Querido Vega,
He leído con estremo interés tu comentario a mi escrito, y antes que nada quiero decirte que lo comparto prácticamente en todo. Me ha gustado mucho la exposición de tus argumentos, aún más considerando que, por lo que dices, no creo que tú hayas pertenecido al Opus Dei: llegar a tener esta claridad del marco en el que colocar la experiencia del opus no es tan facil.
En realidad, mi coincidencia con tus enfoques va aumentando leyéndote; las única discrepancias –pero más bien se trata de malentendidos- se encuentran en el comienzo de tu escrito, y creo que se deben a una falta mía en no haber subrayado suficientemente, en el comienzo de mi intervención, algo a que en cualquier caso sí he aludido “No quiero entrar en el mérito de las tesis del libro, porque esto no tiene interés para el contenido de nuestra página”...
Yo no creo en absoluto que exista un complot detrás del origen y del desarrollo del Opus Dei. En este sentido, hay al menos un escrito mío de 2004 en el que explicito mi convencimiento, y muchas otras alusiones en otros escritos que no logro en este momento indicar puntualmente.
Pero, precisamente por esa razón –que no creo en un complot- me interesa muchísimo profundizar en aquellos mecanismos psicológicos que hacen posible que una persona tarde tanto en enterarse dónde se encuentra, a pesar de las muchos señales que le llegan de sus experiencias cotidianas de que se encuentra en el sitio equivocado.
Cada uno, aquí, como es normal, tenemos un enfoque de nuestras experiencias que denuncia nuestra orientación vital: hay quien enfoca los problemas más en el punto de mira teológico, quien jurídico, quien emocional... yo, por inclinación personal y también, a lo mejor, por deformación profesional (sin ser psicóloga, he trabajado muchos años en los recursos humanos), tengo preferencia en enfocar los problemas y las experiencias desde el punto de mira psicológico. Leer esa teoría acerca del sesgo de confirmación, de la distinta eficacia de la difusión transmite Internet o transmite prensa, etc., me ilusionó mucho, pues me pareció muy esclarecedor, y quise compartirlo con todos. No me sentí capaz de elaborar un escrito mío original sobre el tema y decidí hacer una cita del libro y del autor, también por una cuestión de honradez intelectual, pero quizá no subrayé lo suficiente que lo que quería ilustrar eran los mecanismos psicológicos a los que se refiere el autor, que según me parece son muy esclarecedores de determinados comportamientos humanos, y no en absoluto que nos encontramos dentro de una conspiración. Las opiniones sobre lo que pasó en NY el 11.9.01 lo dejo a cada cual, y creo que en nada tienen que ver con lo que es el tema de Opuslibros.
Aclarado esto, es cierto que después cada uno reacciona a las situaciones concretas cayendo más o menos –según el ambiente en el que se crió, sus inclinaciones, su madurez y su conciencia de sí- en esos mecanismos psicológicos. Pero haberlos, los hay, y considerarlo añade matices interesantes a evaluaciones demasiado simplistas si se limitan a categorias de “bien/mal”, “justicia/injusticia”, “rectitud/deshonestad” en las que a menudo las personas pueden no reconocerse totalmente.
Te agradezco la oportunidad que me has ofrecido de aclarar los objetivos de mi escrito y sobre todo tu lúcido escrito sobre el origen de toda la trampa que es el Opus Dei. Me gustaría, si fuera posible, a Agustina le parece bien y tu estás de acuerdo, involucrar en un único escrito final tu intervención y mi contestación dentro del texto de la traducción.
Con mucha estima,
Elena
Nota de Agustina.- Elenita, cuando termines las entregas de libro, las unifico en un único escrito, añadiento el de Vega y éste tuyo. Auguri :-)
