La guillotina. (Cap.10 de 'El buen pastor').- Nacho
Fecha Sunday, 06 June 2004
Tema 070. Costumbres y Praxis



LA GUILLOTINA

Cap.10 de 'El buen pastor'
(Enviado por Nacho el 5-6-2004)

En los bajos de la sede del gobierno de la obra en España existe una guillotina para eliminar libros o documentos que puedan dañar, según ellos, el alma de los fieles de la institución. Al igual que en la Revolución Francesa se utilizó la guillotina para "cortar cabezas", ahora se hace para las obras de los que no son adictos a la prelatura y han publicado libros que no convienen a sus intereses.

Al igual que en los mataderos de animales, allí llegan los libros y esperan para ser triturados y que nadie los pueda volver a utilizar. Tengo noticia de que los libros publicados por María Angustias Moreno, Alberto Moncada, Carmen Tapia y Luis Carandell pasaron por esa trágica situación.

De muchos de ellos nunca más se supo, pues los directores de la obra se encargaron, no solo de comprar las ediciones íntegras, para que tuvieran efecto silenciador en la opinión pública, sino que todos los que se recogían inmediatamente pasaban al "matadero de libros". Un ejemplar podía entrar en la casa de Diego de León 14 con muy buena apariencia y salir hecho trizas. No es algo imaginario. Es real.

De este modo, los directores de la obra evitaban que aparecieran reseñas en los periódicos y, por lo tanto, tuvieran un efecto expansivo entre los ciudadanos al descubrirles versiones distintas, para ellos heterodoxas, de explicar hechos del opus dei o de su fundador. Qué claridad. No se permitía saber la otra cara de un hecho, que solo se presentaba de una manera oficial y se aseguraba, con toda clase de notas internas a los miembros de lo que es la prelatura, que aquello era falso. Tengo conciencia que más de una vez se fueron rebatiendo puntos de Carmen Tapia, María Angustias Moreno o Alberto Moncada, sin que nos dejaran leer la versión que presentaban estos ex del opus.

Me parece una manera cobarde de actuar. Ahora que he salido de la obra y me he puesto a pensar he llegado a esa conclusión. Igual dicen que me he vuelto loco y se ponen a husmear en mi vida privada, por si existe algo que se aleja de esa ortodoxia de la que presumen o que demuestran. Que sepan que no van a encontrar nada.

Pero volvamos a "la guillotina". Recuerdo que en las películas del fundador éste decía que no se podían leer cualquier tipo de libros. Ponía el ejemplo de cuando se va a una farmacia y nos gusta la apariencia de un medicamento, por lo que lo introducimos en la boca y lo tragamos. Así debía de ser el criterio de los de la obra: no se puede leer cualquier libro, y si es autora una persona que ha salido del opus o de una que no vive casada por la Iglesia, con mayor motivo. Puedo decir que en los centros donde estuve en los últimos diez años existían unos ficheros con más de treinta grupos de clasificación de libros, tarea de leer que realizaban un grupo de personas autorizadas. Otro criterio era que si se leía un libro y se sentía alguna tentación, inmediatamente se dejaba la lectura. En todo caso, si el lector continuaba, había que hacer una ficha en la que se calificaba ese volumen.

Las trizas de papel no eran de uso exclusivo en los libros. En los últimos años que acudí a las convivencias en el Colegio Mayor Ayete, yo era el encargado de traer la prensa a dirección, para que viera los diarios que se publicaban esos días. Los periódicos que se utilizaban eran el 'ABC', 'El Mundo' y el 'Diario Vasco'. Aunque se trataba de periódicos con línea no heterodoxa, pasaban cada mañana por el filtro del director. Esto se extendía incluso a la prensa deportiva que algunos deseban leer.

¡Qué pena cómo llegaban los periódicos a la convivencia y cómo salían! Cuando cada mañana acudía a la sala de estar con los periódicos, observaba que habían sido arrancadas o recortadas en parte varias páginas. No solo eliminaban las imágenes en las que aparecía una mujer o un hombre en bañador más o menos púdico --siempre se eliminaba el bikini--, sino aquellas que tenían noticias que ellos consideraban morbosas. "La guillotina" del centro de la calle de Diego de León había sido trasladada al colegio mayor Ayete. Esto puede suceder en muchas partes del mundo. Se basan en la buena fe de la gente que "traga" hasta con estas cosas.

Un caso especial me sucedió un día en el colegio Mayor Ayete. Un agregado de un centro relacionado con el colegio Tajamar me vio con el diario 'El País'. Yo ya había oído que en la obra no se podía leer este diario. Pues bien, me increpó delante de todo el mundo y me dijo que yo llevaba el diablo debajo del brazo. Debo aclarar que los directores me habían autorizado a leer 'El País', debido a mi profesión de periodista. Fue una escena desagradable, que no olvidaré.

Los numerarios y agregados (salvo los que están expresamente autorizados por su profesión [por ejemplo, críticos de cine]) no pueden ir a ver películas en salas comerciales. Estuve en esa situación casi 34 años (mi tiempo siendo de la obra). En su lugar, las películas que ven numerarios y agregados son las que se seleccionan normalmente en las convivencias o cursos anuales, tras haber alquilado tres o cuatro películas, que, en muchos casos, no llegan a verse ninguna de ellas. Una de las últimas cintas que vi fue 'El perro del hortelano', de Pilar Miró. Al llegar una escena de amor, se oscureció la pantalla. Luego no se podía explicar, pero nos supusimos que se había eliminado un beso. Era frecuente que antes de proyectarse las imágenes, el director la veía en compañía del sacerdote. Así, estando "en medio del mundo" no vivíamos como nuestros compañeros que sí estaban. Hace cuarenta años, las distribuidoras de las películas no prestaban éstas a los centros de la obra, pues era frecuente el que recortaran imágenes y luego se pegaban unos trozos con otros. Era otro tipo de "guillotina".

El año que viene se celebrará el cuarto centenario de la primera edición del Quijote. En la época de Cervantes era frecuente que algunos libros se tiraran a las hogueras especiales, pues podían ir contra la fe. Hace poco se descubrieron algunos de esos libros que habían podido ser salvados, como "El Lazarillo de Tormes", gracias a que sus propietarios los escondieron entre las paredes de sus casas para huir de la Inquisición. La situación es parecida, pero estamos en el siglo XXI. De ahí que, en general, la mayor parte de los de la obra tienen una deficiente formación cultural. Leen los libros espirituales que se les recomienda, y algunos otros ejemplares autorizados dentro de la gran clasificación. Eso sí, son "muy cultos" y se permiten dar lecciones.





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