A propósito del cardenal Ratzinger.- Cosimo
Fecha Monday, 15 August 2011
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


No tengo duda de que lo que refiere Juan Antonio Aliseda, en su escrito del viernes último sea tal cual lo dice.

Lo que yo sí puedo decir es que en el ambiente “romano” de la Obra, esto es, los que vivíamos en centros dependientes del Consejo, o los que desde ahí –léase Colegio Romano de la Santa Cruz o lo que es igual Seminario Internacional de la Prelatura – volvían a sus regiones y se convertían así en altavoces de lo que se cocinaba en Roma, Ratzinger no era tenido en buen concepto desde el punto de vista doctrinal.

Esto desde luego, no deja de ser parte del “chusmerío” en que se convertía de algún  modo todo lo que llegaba de Roma: seguramente los propaladores de tal especie jamás habían leído nada de Ratzinger, ni sabían bien de quién se trataba.

Recuerdo muy bien que cuando Ratzinger fue llamado a Roma por Juan Pablo II, para que se hiciera cargo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo que se comentaba era que el Papa quería atarlo corto, es decir mantenerlo bajo su control, dándole la responsabilidad de custodiar la pureza de la doctrina. Lo de Juan Pablo II era un “manejo” que tenía por objeto no dejar suelto por ahí a un teólogo inteligente que podía hacer mucho daño: el Papa demostraba con eso tener mucha “mano izquierda”… Es que así éramos los vivillos que, como curtidos “vaticanistas”, chismorreábamos en los pasillos sobre lo que pasaba en las altas esferas. Pero claro, nada de esto lo inventábamos de la nada. Lo decíamos en base a lo que oíamos a los que estaban más en el ajo y que con medias palabras y frases elocuentemente truncas, comentaban en el comedor o en las tertulias, aquellas cosas que querían que se nos grabaran a fuego… y que repitiéramos.

Nunca olvidaré el tonillo con el que el actual prelado sugería que en la visita del cardenal Ratzinger al Colegio Romano, se lo ubicara en el mismísimo estrado del salón de actos.  Don Álvaro era partidario de sentarse junto al Cardenal en la primera fila de butacas, pero don Javier sugirió que se colocaran arriba de cara a los asistentes: “al Cardenal le gustará ver y ser visto” dijo textualmente.

No, Ratzinger no gozaba de buena prensa en algunos ambientes de la prelatura.

Cosimo









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