Leo con mucho interés el relato de No_valio_la_pena. En mis decenas de años en la Obra nunca pasé del nivel local y como ya conté en mi primer escrito, quedé fuera de carrera después de hablar claro en la comisión regional. Es triste (pero no sorprende) encontrar la misma falta de eco al más alto nivel.

En Casa hemos perdido la brújula y sólo nos queda el reloj: cumplir y cumplir, ejecutar, obedecer, unidad monolítica, lealtad, las normas, la disciplina, las rendiciones de cuentas, los informes, las listas, las frases hechas, metas, criterios, guiones, etc.

Sin embargo, Dios actúa en la Iglesia y de alguna manera (supongo que más “de adentro y de abajo” que “de arriba”) confío en que volveremos a encontrar el rumbo: santificar el trabajo, auténtica vida interior, afán sincero de almas, verdadera caridad, amor a la libertad, comprensión, fraternidad afectuosa, honestidad absoluta, etc.

Tal vez sea muy anciano cuando esto pase, tal vez no lo vea, pero tengo confianza en que Dios no va a quedarse cruzado de brazos y va a actuar.

Mientras tanto, es mucho el daño y sufrimiento que se causa, a los que se van y a los que siguen.

Sólo puedo ayudar a algunos, darles mi amistad y mi compañía, orientarlos en su vida profesional y en sus crisis afectivas, quererlos.

A veces a esos mismos que años atrás, cuando estaban en cargos de gobierno, me trataron con esa frialdad sonriente tan característica de los directores mayores y ahora, quemados y fuera del cursus honorum interno, se debaten en trabajos que no les gustan o para los que no están preparados, inadaptados para la vida por haber estado años en una burbuja, en una vida inauténtica y farisaíca.

Tanta gente que se entrega a Dios con generosidad, que reza en serio, que se esfuerza por hacer las cosas bien, será recompensada por Él.

La Obra se salvará por los anónimos soldados que pelean honradamente sus batallas. Y yo quiero ser uno de ellos.

RobertLeeJones