Para ti que te has ido y no te acostumbras a la vida ordinaria.- Nicanor
Fecha Friday, 27 May 2011
Tema 020. Irse de la Obra


Para esa persona que me ha escrito, creo que esta respuesta puede servir a otras tantas personas. La copio:  

Ambos - y creo que casi todos - hemos pasado por ese trance tan dramático que es la salida del Opus. Aterrizado en casa de mi madre, bajado de taxi, solo atiné a llorar y lloré varias semanas. Incluso recuerdo que, tras secarme las lágrimas, le dije a mi madre: "no me arrepiento de haber sido del Opus Dei". 

Gran ayuda y consuelo hemos tenido y tenemos en que alguien ha estado y está a nuestro lado. Eres distinta, rara, un bicho... ¡Lo eres! Yo mismo lo soy. Cuando me comparo con mis colegas y compañeros de estudios caigo en la realidad. Han sido veinte años de estar apartado de la normalidad de la vida.

 

Y, ¿Qué es la normalidad de la vida ordinaria? Es haber reído, llorado, triunfado y fracasado muchas veces rodeado de un grupo de personas diversas que aprendieron a pelear para vivir. Nosotros en la burbuja de la Obra dejamos ese entrenamiento. Nos olvidamos de luchar por la vida bajo el concepto erróneo de estar "arropados".

 

Ahora que salimos a la vida, mayores, aniñados... ¡Vaya que es un mar tormentoso donde nos toca remar ahora! Una palmada en las nalgas a casi por llegar a los cuarenta.

 

¿Qué vamos a hacer? A reinsertarnos. A mí me ayudó muchísimo inscribirme en un Diplomado, estudiar, palpar gente que sabía todo mientras yo nada. Preguntarles, tirar lazos y decirles la verdad: es que acabado de salir del Opus Dei y he estado lejos de la vida durante muchos años. Sin más, así de crudo. Y, ¿Se escandalizaron?, ¿Se alejaron llenos de repugnancia? Para nada, me preguntaron cómo era eso del Opus y etc., luego me contaban de sus experiencias profesionales, de sus familias y así ir a sus casas para trabajos grupales... Luego, dar algunas clases a gente más joven, sentir su vitalidad, animarles a ser ellos mismos, que se enamoren de sus trabajos...

 

Me costó mucho encontrar nuevamente un empleo. Hallé uno, agotador, día y noche entrada, hasta los domingos. Luego me llamó otra persona que conocí durante los estudios y ahora trabajo en su empresa. Trato de ver todas estas nuevas situaciones con interés sin desanimarme por ser un primerizo a mi edad.

 

Ciertamente nos dista el que me he casado y ya tengo un pequeño hijo. La vida en pareja también es otro mundo. Una vida hermosamente caótica como dicen en "Discovery Kids". Mi pareja también es mayor, me lleva unos años.

 

Y, ¿Hubiera sido mejor el estar dentro de la burbuja de la Obra "perseverando"?... Creo que sólo al final de la vida podré responder a esa pregunta. Desde ya, dentro de la Obra sentía la inmensa soledad disfrazada de fraternidad que atenazaba mi alma hasta que la ahogó.

 

Ánimo, no serás nunca más una persona normal sino una persona que ha vivido una experiencia poco común, una prolongada rareza. Pero no estás sola, ahora tienes toda la libertad de equivocarte por ti misma, de acusar el golpe y gozar la vida sin remordimientos morales que no existen. Rodearte y buscar esas amigas que abandonaste porque no eran pitables, aprender nuevamente a ser tolerante y transigente. Tener los amigos que no podías tener y besar en la mejilla y abrazar sin remordimientos.

 

Esa palabra que nos tatuó Escrivá, "el amor humano" es solamente el amor. ¿Es que ya no hay amor divino? Sí, pero la sin solución de continuidad. En el Opus aprendimos a separar lo humano de lo divino en el intento de divinizar lo humano. En ese aprendizaje nos alejamos de "lo mundano" de modo equivocado. Ya lo ves, lo sientes como yo y todos los que nos marchamos, el porrazo de ser nuevamente "uno más". Es irónico. Escrivá sugería que estábamos llamados a ser líderes, volar como las águilas y no ser de corral. Doble lenguaje para cazar bobos. Eres una líder, puedes volar como las águilas. Estabas enjaulada mientras un grupo de niños te escupían con un trozo de carroña entre las garras (así narró Escrivá sobre la situación de los que no pitaban). Ahora, has soltado la carroña que te daba de comer y librado de las Directoras y falsas hermanas que te escupían con su indiferencia y "cuidados maternos".

 

Sientes el agarrotamiento propio de un ave que ha estado tanto tiempo en una estrecha prisión.

 

Tranquila. Calma. No te apresures a correr cuando si tus músculos todavía no están preparados, se rompen. Eso sí, ábrete, no te aísles, cuenta el encierro que has vivido y pide ayuda, pregunta. Has nacido nuevamente.

 

Cuando nació mi pequeño, no quería respirar. Le llamé por su nombre y empezó a respirar y llorar (¿No le habrá gustado mi voz?). Espero que podamos ver juntos el video algún día. Como él, ahora ya respiras sólo resta que tus ojos se acostumbren a la luz natural y no a la artificial, aquella luz blanquecina que nos alumbró durante décadas dentro del Opus.

 

Nicanor

nicanor.wong@gmail.com









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=17918