Si en algo se distingue el cristianismo de otras religiones, es en la existencia del amor. Jesús nos dice: Amaos los unos a los otros como yo os he amado. Así sabrán que sois discípulos míos. Este amor no es pero, un sentimiento abstracto. Se concreta y se expresa en acciones dirigidas a nuestros hermanos.

En las obras de misericordia vemos como se vive este amor hacia los nuestros y hacia todos los hombres:

Las ESPIRITUALES son éstas:

Enseñar al que no sabe. Enseñar el verdadero catecismo de la Iglesia y no el del Opus Dei
Dar buen consejo al que lo necesita. El consejo parte del corazón de un amigo y debe basarse en la doctrina de la Iglesia.
Corregir al que yerra. Correción en cosas trascendentes y con amor
Perdonar las injurias. ¿Perdonan los miembros de la Obra?
Consolar al triste. El consuelo y la alegría sólo pueden salir de una sólida amistad. La alegría es fruto de la humildad y el desprendimiento.
Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. Quizá hay otra forma de sufrir que no atiende a la paciencia
Rogar a Dios por los vivos y difuntos. Rogar a Dios!!!

Las CORPORALES son éstas:

Visitar y cuidar a los enfermos. No echarlos de la Obra argumentando que “hemos visto en la oración que ya no tienes vocación”
Dar de comer al hambriento. Hambre de justicia
Dar de beber al sediento. Sed de justicia
Dar posada al peregrino. La primera posada es el hogar familiar
Vestir al desnudo. Vestirlo también de amor
Redimir al cautivo. Aunque no sea pitable
Enterrar a los muertos. Mejor en el seno de la familia haya o no herencia de por medio.

Pantagruel