Dentro de unos días voy a cumplir 10 años fuera de la obra. Como la mayoría de los que nos fuimos, que he podido constatar en los testimonios de OpusLibros, creo también que la vida afuera es una vida real acorde a la condición de cristianos corrientes. La vida adentro del opus es una vida ficticia mediatizada por el miedo, sin libertad en las conciencias y en peligro severo de depresión y tristeza.

         De vez en cuando me veo con una numeraria que lleva 20 años y a la que le tengo cariño porque en los días posteriores a mi marcha, fue la única que se interesó por cómo estaba sin pedir permiso para ello. Supongo que para ella esto es una amistad particular al contravenir las reglas. El caso es que me he convertido en su “directora” porque me cuenta lo mal que está, las cosas que se hacen mal, lo triste que es llegar a su centro y las muchas ganas que tiene de salir de él, la indiferencia que viven unas para con otras, los egoísmos, las peleas, las preferencias de la directora por unas en defecto de las otras, etc., etc.

         Tengo deseos de ayudarla y como no tiene pensado marcharse de la obra, a veces me sale lo de ponerme en plan institucional y aconsejarle como si yo la dirigiera pero otras veces, me sale ponerme en lo que de verdad creo y pienso de la obra, y entonces me dice que exagero y que los fallos son de las personas, que el espíritu es bueno, que está ahí por Dios, etc.

         Es probable que a más de uno o de una os sucederá lo mismo con amigos o amigas numerari@s. ¿Qué hay que hacer con estas personas? ¿Cómo hay que tratarlas? A veces me dan ganas de no volver a quedar con ella porque me aburre que no se dé cuenta de dónde están los fallos pero otras veces pienso que si no me ve, no tiene a nadie con quien desahogarse ya que sabe que yo no lo voy a reportar a ninguna directora.

         Un abrazo a todos,

         Mauricia