Deseos de volver… pero no a lo de antes.- Armando
Fecha Monday, 09 May 2011
Tema 010. Testimonios


Aunque no escribo constantemente, no dejo de seguir esta página que continúa aportándome muchísima ayuda con lo que cada uno y cada una escribe. La carta de Kaiser [El poder de la paradoja] provocó una serie de respuestas y reacciones que me han venido muy bien porque llevo varios días, semanas y podría decir meses pensando algo que deseo compartir con todos. Si alguien desea acompañarme en esto por medio epistolar, me encantará saber su opinión.

Pero antes de entrar en materia, me gustaría aportar mi granito de arena a todo lo que ha salido en relación a la “consulta” que ha hecho Cloti sobre la renovación a temporal, lo cual jamás había escuchado y ahora vengo a enterarme que existe...



Me sumo a la sorpresa, indignación y hasta cierto punto perplejidad en algunos ante esta forma nueva de la interpretación del vínculo jurídico entre la Prelatura y el fiel de la misma. Al leer cada uno de los aportes he pensado en lo que viví en su momento, los tormentos que supuso para mi conciencia y para la de tantos estos engorrosos trámites jurídicos que había que cumplir a pie de juntillas. ¡Cuanta tensión los 19 de marzo siguiendo al personal para que renovara! ¡Y hoy te enteras que tampoco era para tanto, que el tema era atemporal!.

Pero de todo lo que he leído al respecto e insisto en decirlo, me ha ayudado muchísimo para entender también estos aspectos que no sabía, me ha dejado impresionado el escrito de Marisa. Al leerlo me hizo recordar, revivir, los interrogatorios previos a mi salida. Fueron tres meses que ahora con la lejanía del tiempo no entiendo como aguanté tanto. No sé si ya he comentado que vi claramente que me tenía que ir del  Opus Dei en el Malecón de La Habana. ¡Paradojas de la vida!, después de mucha angustia, sentirme traidor y un sinfín de cosas que todos hemos vivido, venir a ver  lo que Dios quería para mi vida en La Habana, resultó ser algo muy especial.

¿Y qué hacía en La Habana si ahí no hay centro?. Algún día lo comentaré.

Total que al regresar dije que me iba y empezó el interrogatorio, tal como lo describe Marisa, pero en este caso durante 3 largos meses. Y al igual que ella, llegó un momento en que no pude más, me planté frente al director y le dije que me iba, que lo quería hacer por las buenas y no de un portazo, bueno ya esto lo he contado así que no profundizo en más. Lo que deseo repetir de mi testimonio y a la vez recalcar del escrito de Marisa es el hecho que una vez servidor pidió la dispensa por medio de una carta, me dijeron que si me arrepentía, podían destruir la carta y no había pasado nada.

En conclusión, resulta que en el lugar donde nos enseñaron, inculcaron y remacharon verdades absolutas que abarcan hasta el derecho particular, en la práctica se vuelven relativas según los intereses de la institución.

Y ahora paso a comentar el “cambio”. He estado recordando que desde mi más tierna infancia he sentido un llamado especial por parte de Dios. Sé que el verbo “sentir” es rechazado en el Opus Dei y aún ahora no me es fácil conjugarlo en mi vida, pero es lo que hay, es como puedo expresar esto y no encuentro otro para manifestar lo que me está sucediendo.

En su momento – hace muchísimos años - pensé ingresar al Seminario para hacerme sacerdote, mi madre lo impidió con una serie de argumentos que en aquel entonces y por mi edad lo consideré válido. Luego pensé momentáneamente ingresar en un monasterio de benedictinos, idea que rechacé al darme cuenta que quería también ejercer una profesión y en fin, que no se dio. Posteriormente conocí el Opus Dei, me gustó, me atrajo y decidí pedir la admisión con la idea de tener una profesión y en ella y con ella santificar el mundo, santificar a los demás y por tanto, santificarme yo. Al escribirlo me doy cuenta de cierto deje de jactancia porque al final es ser santo y eso no es tan así

Pero al darse cuenta servidor que aquello en que estaba no era precisamente ser lo que decía que uno debía ser,  decidió salirse de la Obra y he pasado seis años reconstruyendo mi vida, de cuyo proceso he dado cuenta en esta página. Pero ese “llamado” por decirlo de alguna manera, sigue presente, aparece como una constante en mi vida y algunas veces logro acallarlo para luego surgir con más fuerza. No es agobiante, tampoco traumático, sencillamente está ahí.

No abandoné  la Iglesia Católica aunque durante un tiempo dejé de practicar la fe, no obstante he ido regresando poco a poco, pero siempre con temor, porque no deseo engancharme a ninguna institución. No deseo llegar a un sitio y que me digan que hay que hacer un listado de normas, de llevar cuenta de cómo las hago en un papelito, que le diga a un coleguilla como va mi alma. Y sobre todo, que me digan que un señor X es santísimo, que hay que oírlo, verlo, escucharlo y seguirlo para llegar a Jesucristo. No, eso no, nunca más.

Este escrito pensaba enviarlo para su publicación el viernes pasado 6 de mayo, pero por mucho trabajo, por leerlo otra vez, por estarlo pensando, en fin, por muchas circunstancias lo envié tarde y total que me ha dado oportunidad de pensar y sobre todo leer más. Y precisamente en ese proceso de reflexionar al respecto, leí los escritos de Ana Azanza y de Bilbo. Ana me hizo recordar la forma en que llegue  a la Obra, lo que quería, lo que buscaba, lo que entregue, la ilusión con que lo hice. Ella describe magistralmente ese momento de la entrega, con una fuerza y realismo tal que me hizo vivir nuevamente ese instante al recordarlo.

Leer a Ana me dejó profundamente impresionado porque era como leer lo que necesitaba en ese momento en que había iniciado esta reflexión que os comparto. Luego Bilbo con la cita al discurso de Benedicto XVI del 13 de abril del presente año, fue como una respuesta a lo que estaba buscando.

A lo que voy, quiero regresar a la casa del Padre, así como el hijo prodigo. Vamos que tampoco es que venga del averno, pero uno sabe como está el patio y total, que si, que es un regreso, pero un volver distinto. Es un deseo de reincorporarme al trato con Dios pero no encorsetado, tampoco que eso implique el vincularme a una institución. Sencillamente busco esto: santificar el mundo, llevar el mensaje cristiano pero no predicando, ni pontificando, ni dictando normas “ex cathedra”, como lo hice siendo de la obra, es sencillamente siendo un cristiano más, que trata, bueno que intentará estar más cerca de Jesucristo.

A estas alturas del partido ya no puedo ser cura, estoy demasiado viejo para ello, en fin, que si en su momento no lo fui, ahora menos, porque no quiero estar enganchado a ninguna institución por muy buena que sea.

Esto es lo que he querido contaros, si alguna o alguno desea – insisto en decirlo – darme alguna idea, consejo, objeción, etc., se lo agradeceré muchísimo.

Para concluir, estoy totalmente de acuerdo con Haneobarbo en lo que comentó en su publicación del día viernes 6 de mayo del año en curso. Los directores que nos formaron, pero especialmente a los que han aportado sus conocimientos en relación a la pregunta de Cloti, deben sentirse muy orgullosos. Ahora resulta que los ex son los que defienden el espíritu de la Obra, esto es de admirar y espero que los de la Obra lo sepan valorar.

Mi agradecimiento a todos y especialmente a Solidaridad me ha hecho reír muchísimo su escrito y sobre todo recordar tantas anécdotas en los oratorios, en los vía crucis del retiro, en fin, en tantos momentos vividos.

¡Un cordial saludo de Pascua!

Ángel Valdés Estrada







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