Más sobre paradojas.- Pantagruel
Fecha Friday, 29 April 2011
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Que en los evangelios existen paradojas es hasta cierto punto cierto. Que el cristianismo está lleno de paradojas quizá aún lo es más. Que en el Opus Dei hay exceso de paradojas es algo evidente, axiomático.

Si nos ceñimos al concepto de paradoja: paradoja (del lat. paradoxus, y este del griego παράδοξος) es una idea extraña, poco común, rara, opuesta a lo que se considera verdadero o a la opinión general de un colectivo. En otras palabras, es una proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica con los parámetros de vida aceptados o a una situación que infringe el sentido común. En retórica, es una figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción o la suscitan en quien la escucha o la lee.

La paradoja es un poderoso estímulo para la reflexión y para el desarrollo de la inteligencia y así mismo los filósofos a menudo se sirven de las paradojas para revelar la complejidad de la realidad. La paradoja también permite demostrar las limitaciones de las herramientas de la mente humana. Así, la identificación de paradojas basadas en conceptos que a simple vista parecen simples y razonables ha impulsado importantes avances en la ciencia, la filosofía y las matemáticas.

Ahora bien: en cuanto a cuestiones de fe nos puede parecer que seguir los escritos evangélicos no tiene nada de paradójico, pues, aún no siendo dogmático, el evangelio ofrece una luz a nuestras mentes que rara vez podemos catalogar de paradójica si nuestra mente se somete al criterio de la fe llana. El evangelio está lleno de paradojas si lo comparamos con un cierto criterio general de actuación social en nuestras sociedades occidentalizadas en las que predomina un cierto hedonismo y una búsqueda de lo inmediato, apartando repetidas veces a la persona del centro de la actuación social. Pero si no aceptamos como válido este comportamiento social cada día más extendido, la llaneza del evangelio es algo que clama a la actuación de cualquier alma que entienda que ha sido creada para amar. Aunque no frecuente, la actuación evangélica actual es un hecho irrefutable en muchas personas, pero quizá tanto menos como más alejadas del primitivismo se encuentran. Así, la distorsión sufrida por la civilización y la cultura, amén de la ciencia, a menudo han alejado las personas de una pura actuación evangélica y las han llevado a una competitividad incluso malsana. En este sentido, la adulteración que la Obra ha hecho del evangelio en beneficio propio y para la captación de adeptos ha dañado y mucho la pureza de las posibles paradojas evangélicas que simplemente estimulaban al lector y la ha convertido en un laberinto confeccionado a la carta para incorporar intereses propios a los que se leen y se viven en los evangelios.

Si esta reflexión puede ser útil aquí la dejo. Como persona que ha pasado por la Obra entiendo lo que dice en su escrito Kaiser y lo apruebo. Del mismo modo entiendo que Pechina vea en el comentario un cierto “desánimo” en las palabras de Kaiser y quizá por ello se aferra a un evangelio más puro.

Pantagruel









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