Un aniversario, una Reforma y unas fotos.- Armando
Fecha Friday, 18 March 2011
Tema 010. Testimonios


Mañana  19 de marzo, día de San José, fecha emblemática dentro del Opus Dei porque es cuando renuevan su entrega jurídica unos y por devoción otros, pero es el día de la vocación por decirlo de alguna forma. Un buen número quedarán fuera de la Obra y emprenderán una vida nueva, para estos se plantea un futuro prometedor, su servidor vive en ese futuro porque el 21 de marzo cumpliré 6 años de haberme ido.

 

No ha sido una vida ni maldita como me anunciaron, ni tampoco pletórica, pero si fantástica y llena de emociones, porque sobre todo es una vida que he ido construyendo poco a poco, con la ayuda de Dios y la gente buena que ha puesto en mi camino, así que si os han dicho que todo irá mal, que sois traidores, que no hay que volver la vista atrás y todo eso, pues os digo, es mentira, se vive bien fuera, se puede, nunca está uno solo y Dios no os dejará abandonados...



La perseverancia en la Obra se asegura a base de miedo,  servidor padeció mucho miedo antes de dar el paso de irse, pero una vez dado, una paz interior invadió mi ser, como nunca tuve en la Obra  y cuya sensación no me ha abandonado jamás desde ese día.

 

¿He tenido dudas en cuanto al paso que di de irme de la Obra? Nunca, cada día estoy más seguro de ello y cada día también mi vida en la Obra la veo más lejana, como algo que fue, que tuvo su importancia pero que ahora no y es más, la veo como una anécdota y de hecho estoy empezando a contar a mis amigos muchas anécdotas de mi vida en la Obra, lo cual no hacía antes. Así que ánimo, no tengáis miedo a dar el paso y los que veáis en vuestro interior y en la presencia de Dios que la Obra no es lo vuestro, idos con una paz interior que os hará muy felices. Os deseo lo mejor, sé que lo lograréis.

 

Este aniversario particular sucede en medio de una ola de anhelo de libertad dentro de la Obra que parece ha sido contagiada por los acontecimientos del mundo árabe. Como bien apunta Aquilina, nunca antes se había visto o leído acá testimonios de miembros de la institución  que digan lo que todos sabemos, que la crisis en la Obra es profunda y que urge un cambio o una reforma.

 

Me ha encantado el artículo de no_valio_la _pena en lo referente a los directores, me parece acertadísimo y ha puesto el dedo en la llaga. Aunque parezca que el cambio está pronto a gestarse, desde mi humilde punto de vista, éste no se dará aún por las razones que el artículo que he citado apunta. JM afirma que ha hablado con los directores regionales y centrales y que así andan muchos haciendo estas "advertencias" a los directores. Pues esto no es novedoso, muchos lo han hecho y esos muchos están fuera.

 

Conozco a varios que se tomaron el tiempo para exponer las cosas que veían que estaban mal, señalaron aquellos aspectos en los que se estaba abusando de las conciencias de los miembros de la Obra, lo hicieron en sendos escritos debidamente fundamentados, sinceros, deseosos de cambios porque amaban su vocación y a la Obra, lo hicieron en un ejercicio de honestidad y lealtad. Lo hicieron porque veían que la Obra era de Dios y no se estaba sirviendo precisamente a Dios. ¿Qué pasó con ellos?, ¿qué pasó con esos escritos que enviaron a las delegaciones, comisiones, a la misma Roma?. A ellos los silenciaron y los desesperaron, por lo cual muchos – insisto – se fueron, otros ante la reacción prefirieron callar y aceptar el destino de ostracismo al que los condenaron.

 

¿Es hasta ahora que se están manifestando estos “malestares”?. No, no y no, esto viene de lejos y desde hace mucho tiempo. Se ha dicho, se ha hablado, se ha sido sincero, pero los directores no quieren escuchar, no pueden escuchar, porque nada puede cambiar en el espíritu del Opus Dei y como dijo Don Álvaro, quien intente cambiarlo aunque sea un milímetro, sea maldito, no es literal pero esa era la idea.

 

No quiero ser aguafiestas, pero yo no veo que las cosas cambien, aunque todos los directores al unísono hicieran lo que hace JM. Por lo que siguiendo la lógica de RobertLeeJones, tocaría que Dios suscite un santo o santa dentro de la Obra, convenza a unos cuantos, se vayan,  abran un centro y empiecen la reforma. Sí, suena absurdo lo que escribo, por supuesto, porque lo es.

 

Blood Brother lo analizó muy bien y profundizó en ello en forma impecable. Desde mi humilde punto de vista, ahí está el quid, de cómo se ve la santidad en el Opus Dei, qué es Dios para los miembros de la Obra y qué significa servirle a Él y por tanto a los demás. En estos puntos se debe centrar el debate tanto acá, en esta página, pero sobre todo a lo interno en la Obra. Y esto me lleva a concluir que la reforma se debe de producir desde la cabeza. Con hechos aislados se ha visto que es imposible.

 

Termino con una anécdota sobre la obediencia y los criterios, a la luz del ejemplo que ha presentado no_valio_la_pena.  De paso ato varios cabos que deseaba comentar y esto se presta para ello.

 

Durante el UNIV de hace algunos años,  tuve la oportunidad de saludar personalmente al Papa Juan Pablo II hoy muy pronto a beatificar. Es un hecho, una ocasión, un momento que agradezco  a la Obra porque obviamente fue por decisión de los directores el ser yo el elegido. Me enteré del honor que se me confería justo en el autocar camino a Roma, porque nos alojábamos en Frascatti.

 

Eso si, no podía decir nada a nadie. Secretamente y con absoluta discreción me fue entregada la invitación con la indicación expresa que al llegar a la entrada del aula Pablo VI, fuera directamente al punto donde estaba marcada la invitación de color azul y sin voltear a ver atrás ni decir nada.

 

Obedecí al punto. Bajé del autocar y me dirigí directo hacia la entrada y al divisar el lugar indicado, dejé a mi grupo quienes gritaban mi nombre y me advertían que estaba equivocado, que ahí no era donde debía entrar sino con ellos. Temiendo convertirme en estatua de sal si volteaba a ver seguí con la vista al frente hacia la puerta correspondiente. Un alumno del Colegio Romano que me reconoció me preguntó qué hacia en ese lugar, le enseñé la susodicha invitación y empezó a operar la maquinaria que me condujo hasta mi sitio en primera fila en el aula Pablo VI.

 

Estaba emocionado, muy emocionado, es más, ahora que vienen a mi mente esos recuerdos me he vuelto a emocionar y eso que han pasado algunos años… Aquella tertulia con el Papa fue muy solemne, Juan Pablo II ya mostraba signos de debilidad física a causa de su enfermedad, por lo cual eran pocos números los que se presentaban, las palabras del Papa y luego venía la ceremonia del besamanos, es decir, pasar a saludar al Papa.

 

Nos habían aleccionado bien que debíamos decir, nos preguntaron vida y milagritos brevemente, un sacerdote de la Obra de muchos vuelos en Villa Tevere, me parece que se llama Don Tomás, presentaba a cada uno al carmalengo o el sacerdote que se encargaba del protocolo y así. Una vez terminada esta inspección, fuimos pasando en fila hacia el Papa. El corazón se me aceleraba, deseaba que ese momento quedara registrado en algún lugar, que alguien piadosamente hiciera unas fotos, era uno de los momentos más importantes de mi vida y pasaría así, sin dejar huella, ni  rastro de que realmente sucedió.

 

Le hable al Papa, la lección acelerada de qué debía decirle se me olvidó en el acto, dije lo que salió de mi corazón, escuché la voz del Papa, me emocioné,  vamos lloré. No me daba cuenta de nada, no sabía quienes estaban a mi alrededor, sabía que no podía quedarme más tiempo y en fin, terminó y me retiré.

 

Por supuesto que al reunirme con el grupo fui recibido como héroe, menos por parte de los directores respectivos que vieron aquello como ver llover. A los de San Rafael les conté todo y ellos emocionados me tiraban de la lengua para que comentara más. Así pasó aquel día pletórico de emociones y momentos únicos.

 

Después de la tertulia, nos retiramos a las habitaciones y empezaba la noche que los de San Rafael convertían en tertulias piratas interminables. En esas estábamos cuando llegan unos a comentarme que vieron las fotos donde yo estoy saludando al Papa. Les pregunté quién las había hecho y me explicaron que eran los fotógrafos de la casa pontificia o algo así y que podía pasar al lugar para pedir unas copias, asimismo se ofrecieron a llevarme.

 

Al otro día fuimos en caravana a seleccionar las fotos y encargar las respectivas copias, pagué de una vez y muy feliz porque tendría un recuerdo de ese día. No consulté a nadie, estaba tan emocionado que ni se me ocurrió y eso que todo se consulta en la Obra. Al salir de Roma de vuelta al alojamiento, alguien en el autocar sacó el tema y los que me acompañaron le contaron que habíamos ido y todo eso. Un director escuchó la conversación y no espero mucho tiempo, me llama y me dice claramente que el criterio es que los numerarios y agregados que han estado con el Papa NO pueden tener las fotos de esa audiencia.

 

Me quedé helado, toda mi felicidad se vino al suelo, me sentía no sé como explicarlo, confuso, no entendía el por qué no podía tener esas fotos solo por el hecho de ser agregado. Y me atreví a preguntar el por qué, la respuesta fue que así lo había dispuesto “nuestro padre”. Solo faltó que dijera “y punto en boca”.

 

Le argumenté que había pagado las copias. Por supuesto que el otro se enfadó muchísimo porque me dijo que no solo había contrariado un criterio –el cual dicho sea de paso yo no sabía- y encima hecho un gasto extraordinario sin consultarlo. Me ordenó –con un por favor todo sea dicho- que al otro día me presentara al lugar de las fotos y que pidiera el dinero de vuelta y por supuesto, cancelara las copias.

 

Para no hacer más larga la historia no obedecí. Esa noche no dormí pensando en el tema y casi al amanecer decidí ir por las susodichas fotos a escondidas y el dinero ya vería como lo reponía.

 

Recogí las fotos, las escondí bien y esa noche el director me dice que lo han pensado mejor, ¿quiénes?,  me imagino que el Cl de aquel entonces. Me dijo que podía ir por las fotos con la condición de dárselas a mi madre y no enmarcarlas ni ponerlas en ningún lugar destacado de casa de mis padres. Obedecí, las entregue a mi madre que lloró al verlas y estaba dispuesta a ponerlas en un marco bonito y que lucieran en el salón de casa cuando le dije que no. Argumente –y era verdad- que aquel momento era algo muy íntimo mío como para colocarlo a la vista de todos. Mi madre accedió.

 

Al fallecer mi madre,  mis hermanos me entregaron una foto que conservaba de mi cuando yo tenía año y medio y esas tres fotos que guardaba como un tesoro. Al recibirlas quise ponerlas en un marco, pero aún seguía presente el pensamiento que me llevó a decirle a mi madre que no lo hiciera. Decidí hacerlo cuando beatificaran a Juan Pablo II. El día ha llegado y el 1 de mayo las colocaré en el salón de mi casa.

 

Comparto esto con vosotros para que veáis en esta anécdota, como los criterios caducos y sin sentido son la forma de gobernar el Opus Dei. Ignoro si este criterio que os he contado sigue vigente, pero la distancia que da el tiempo me hace ver lo absurdo de aquello y más absurdo aún obedecer.

 

Feliz 19 de marzo a los que retomaréis el camino de vuestras vidas. A los que seguís dentro igual, os deseo lo mejor en la vida que habéis decidido vivir.

 

¡Y a todos y cada uno, un fortísimo abrazo!

 

Ángel Valdés Estrada

 

P.D. ¡Luxindex te has lucido!







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