He leído con mucha atención los escritos que han salido con ocasión al tema de los directores y me he quedado pensando. Realmente los escritos de Aquilina, de E.B.E., de no_valio_la_pena, Blood Brother (muchas coincidencias contigo), Mineru, Naranja agridulce, EsperanzaRo,  Mariki y Ron_Pirata son muy interesantes.

En mi opinión, si la Obra es de Dios, será Dios mismo quien encuentre la manera de reformarla. Tal vez suscite un gran santo (una Santa Teresa de Jesús), un gran Papa, un movimiento intelectual, todo esto combinado, o alguna otra forma que no se me ocurre. En esto, discrepo respetuosamente con E.B.E.

Yo carezco de autoridad para decir si es de Dios o no...

Sí puedo decir que en mi caso, para mí, este es el camino donde Dios me quiere. Para lo demás, confío plenamente en el Magisterio de la Iglesia.

Mientras esté vivo, haré lo que esté a mi alcance y de acuerdo a mi conciencia para promover la caridad y el amor a Dios. Mi intención es morir en la Obra habiendo hecho amable el camino a los demás, frase hecha que es mi utopía personal.

¿Qué pasaría si Dios me pusiera "entre la espada y la pared"? Si me hicieran director o me nombraran en algún cargo de gobierno, por ejemplo. Y por esa razón, tuviera que participar en una decisión que no comparto, que me pareciera injusta...

Habría que seguir la conciencia, los principios, el bien. Sin dudarlo. No se puede hacer, por obediencia, lo que está mal, lo que no es honesto.

¿Y si te echaran de la Obra por eso, qué?

Si se diera ese supuesto, mi vida no cambiaría demasiado. No en lo esencial.

Mi vida interior se ha renovado desde hace varios años, mi oración está llena de Dios y  rezo con mucha libertad interior. No me imagino abandonando la Misa diaria, ni el Rosario ni el Evangelio.

Mi trabajo seguirá los avatares de mi proyecto profesional. (Leí con preocupación lo de Merina, rezo por tí, realmente la tienes difícil, amiga mía...).

Disfrutaría de unas merecidas vacaciones, iría al teatro, tendría un perro, desayunaría después de levantarme... ¡En eso saldría ganando! pero, evidentemente, son cosas accidentales, renuncias de las fáciles (tal vez no tanto lo de las vacaciones).

Supongo que el gran vacío podría producirse en los vínculos. Estoy acostumbrado a vivir en un centro, con todo lo que eso significa. Además, el modo en que he encarado la fraternidad en estos últimos años me ha permitido conectar más profundamente con cada uno, incluso con los que no me resultan simpáticos y disfrutar intensamente de la compañía de los demás. Los extrañaría mucho. Allí habría una sacudida.

Pero bueno, tengo dos hermanas (no son de casa) y cada una tiene varios hijos. Sería el tío que me gustaría ser y sólo de vez en cuando puedo ser. Empezaría por ahí...

Respecto a mi vida espiritual, no soy un solitario. Creo que me volcaría hacia algún grupo apostólico, tal vez en Comunión y Liberación o Schonstadt y trataría de aportar, pero sobre todo de aprender y de disfrutar.

Me buscaría un buen director espiritual.  Sería estupendo reencontrarse con alguien a quien le interesara (de verdad) mi relación personal con Jesucristo y no si entro o no en el molde.

Igual, ya hace AÑOS que no me siento culpable si no cumplo las expectativas, las metas, los objetivos, el plan apostólico diario, la lista de mortificaciones, el plan de presencia de Dios y las docenas de estampas -¡diarias!- que algún iluminado confunde con la santidad.

Hace AÑOS que sólo me acuso en la Confesión estrictamente de pecados y no de cosas barrocas, fariseísmos y complejos de culpa.

Hace AÑOS que sólo hago correcciones fraternas sobre cuestiones relativas a la caridad verdadera y no si las velas tal, la corbata cual, etc.

Pero, volviendo al principio, no creo que se dé esa situación, por mi manera de ser y porque ya estoy catalogado como "personaje" y bloqueado para cualquier cargo directivo, desde aquel exabrupto que ya les conté, salí del sistema.

Si se diera, o están mal informados (lo que se aclararía en cuanto hablaran conmigo) o, si estuvieran bien informados, querrá decir que la utopía empieza a hacerse realidad.

RobertLeeJones