Las lágrimas de cocodrilo.- Naranja agridulce
Fecha Monday, 14 March 2011
Tema 010. Testimonios


He leído un escrito de parte de un director del opus dei. Como en esta página se vale decir todo sin tapas ni tapujos, desde mi rincón de trabajo he quedado un poco molesto e incomodo.

Otros escritos son más desgarradores al comentar públicamente el gozo y alegría de tener un rato de tertulia todas las noches ‘en familia’. Pero cuando finalmente al director de turno le da la gana dar por terminada la tertulia se respira un poco de tranquilidad ante tremenda tortura.

Me pareció muy curioso ver también que una persona ha escrito que se lamenta de no tener otra opción de vida para salir huyendo de esa ‘vida de familia’. El no contar con un trabajo civil como menciona le hace permanecer allí dentro rezagado, resignado. Me parece que una persona condenada 30 años a prisión por un delito civil, al final de la condena pensaría lo mismo que este personaje que ha escrito por aquí, ¿para qué salir al mundo? si ya soy viejo, enfermo, sin trabajo y sin familia, por lo menos en la cárcel tengo asegurada cama y comida. Aun así el preso anhela esa libertad, en el opus esa celda no te deja ver a la posibilidad de libertad...



Quisiera no meterme ni en la mente ni el corazón de estas personas, pero los que son directores, creo que tengo el derecho de decirles algo pues ellos se han metido en mi mente y corazón por varios ‘muchos’ años. Mi escrito quizá sea un poco carnicero, y más de alguno me dirá que mis palabras van pesadas, que me meto al fuero interno de los que aquí escriben y demás. De antemano pido disculpas si alguien se ofende por mis palabras pero no puede dejar pasar esto que desde dentro ha sido parte, la gran parte de mi crisis en el opus.

 

Querido Director,

Esas lágrimas que pareciera que derramas al ver tu impotencia de cómo manejar un centro me parecen sencillamente lágrimas de cocodrilo. Una prepotencia finamente disfrazada de humildad.

Como quisiera pensar que los que han sido mis directores pudieran tener una décima parte de humildad de la que hoy querido director tú escribes.

Como quisiera pensar que en verdad en tu mente y en tu corazón pasan esas ideas de reconocer que en la obra algo no va bien, algo se pudre constantemente. Pero la experiencia que me han dejado los famosos directores es la opuesta.

Venir a llorar y escribir aquí que los directores la pasan mal no viene al caso ya. Merecido lo tienen por haberle hecho pasar tantos malos ratos a tantos miembros que con inocencia y verdadero espíritu cristiano han confiado en ustedes.

¿Cómo puedes tú, querido director, venir a decir que las cosas van mal, que no saben qué hacer, ni saber qué mandar o dirigir, cuando frente a la peña, como le dicen, se comportan como los conocedores y portadores de la única verdad? Actúan con prepotencia, con arrogancia que, seguramente, el cargo de director necesita.

¿Cómo puedes venir a llorar aquí pidiendo ayuda, cuando es a ti a quien confiadamente muchos hemos acudido buscando ayuda, buscando el norte de la vocación? ¿Cómo puedes ser tan descarado de venir a decir que la pasas mal cuando eres el primero que hace pasar mal a los demás?

Dime algo querido director, ¿qué diriges? ¿Qué te hace ser o decir que tal y cual actuación no es tu culpa, cuando tú has aceptado la responsabilidad de llevar almas y el famoso sistema de inmunidad diplomática que se inventó el fundador te inhibe de toda responsabilidad, pues de tus labios y acciones solo emana la palabra divina de Dios nuestro Señor?

¿Cómo puedes en conciencia aceptar un cargo de director cuando sabes que no estás preparado para ello? ¿Cómo con el paso del tiempo subes escalones hasta alcanzar un puesto de gato lame botas en Comisión, se te olvida que aun no sabes dirigir y fuerzas a otros para que hagan los mismo, no vale ya ni la confianza ni el espíritu ciego con el que se te acercan para decirte, que no pueden aceptar un cargo para el que no están preparados? Se hace así, porque así me lo hicieron a mi.

¿Por qué aceptas ser director? ¿Por qué aceptas y permites la manipulación de almas? ¿Por qué no detienes ese círculo podrido y vicioso de escalar puestos?  ¿Por qué no puedes siquiera hablar en confianza con tus superiores directores?

Tú dices que ‘algo’ no va bien, pues empieza por ser tú el primero en ir bien, a lo mejor eso es lo que necesita la obra. Que tú como director aprendas a despojarte de esa vestimenta de prepotencia y soberbia que no acepta ni la crítica ni el consejo amistoso.

Saludos

Naranja Agriada de directores sabelotodo







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