Metodos para espantar moscas.- Dionisio
Fecha Monday, 07 March 2011
Tema 050. Proselitismo, vocación


MÉTODOS PARA ESPANTAR MOSCAS

Querida SOLAN y queridos amigos:

En el lado oscuro practican algo que llaman la santa coacción. Es un asunto muy delicado, pues, según se interprete, puede llegar a extremos muy divergentes de la vida cristiana y de la libertad. Posiblemente la santa coacción en algunas determinadas circunstancias, usándola con muchísimo respeto y para fines realmente graves pueda tener justificación y, a lo mejor, ser santa; sin embargo, el uso corriente que se le da en el opus no es santo, ni siquiera bueno, ni tampoco neutro; el uso que le dan a la coacción es simplemente ajeno a las enseñanzas de Jesús de Nazaret.

Esa coacción no santa es la técnica que usa esa numeraria que mencionas en tu correo y que te tiene harta con toda razón. Te digo esto para que sepas qué está pasando y porqué no se da por enterada cuando tratas de ponerle un límite a su acoso. Esto es muy normal en el lado oscuro y probablemente esta numeraria también está siendo acosada para hacer lo que hace contigo y seguramente con otras chicas como tú. Has de saber que cada semana tiene que explicarle a una directora lo que te ha dicho y lo que le has respondido, tras lo cual, esa directora le dará nuevas ideas, estrategias y motivación para que siga presionándote...  



Tienes razón, es como para asustarse… pero no te espantes que esto se arregla muy fácil. Hay varios métodos para alejar a un personaje del opus cuando se pone más pesado que un mosca en una tarde de verano. 

El primer método, sorprende por su sencillez. Es muy eficaz, pero no todo el mundo está capacitado para usarlo. Justamente, eso lo saben en el lado oscuro y por eso tienen tanta impertinencia. Consiste en hablarles muy directamente, dándoles a entender que comprendes claramente lo que quieren, que agradeces su empeño, pero no quieres saber nada de ellos. No más excusas de no tengo tiempo, me coincide con un examen, no me apetece ahora, quizá más adelante… en fin, esas cosas que dice la gente educada y los demás comprendemos que nos están diciendo “déjame en paz.” Pero los del lado oscuro no quieren entender eso, por lo tanto hay que decirles cosas mucho más directas. “No quiero que me vuelvas a dirigir la palabra. Hasta aquí hemos llegado y si me vuelves a buscar con cualquier motivo o excusa iré a la policía a denunciar acoso. Adiós.” Tajantemente, nada es nada. No plantees la posibilidad de seguimos siendo amigas y nos vemos para tomar un café pero sin hablar del opus. No, eso no sirve. Esa no es la forma de usar este método. Funciona increíblemente bien, pero algunos, yo mismo, por poner un ejemplo, tratamos de ser complacientes, corteses, amables y nos resulta muy difícil ser tajantes. El método tiene variantes que pueden contener palabras malsonantes y groseras. Depende de los gustos y tendencias. Todas las variantes funcionan igualmente bien.

El segundo método es más lento, produce más desgaste, toma demasiado tiempo, pero también funciona. Huye. No respondas a sus llamadas de teléfono, correos electrónicos o mensajes. No vayas por donde sospechas que puedes encontrarla, si te la encuentras te das la vuelta y te vas por otro lado, si te alcanza le dices que no la habías visto y que tienes mucha urgencia para ir a cualquier otro lado. Tras hacer eso durante un par de meses, te dejará en paz. El método funciona, pero también hay que tener una personalidad especial para ello.

El tercer método consiste en convencerla de que tu no eres idónea para ser reclutada en el lado oscuro. Es un método creativo, hay que decir algunas mentirijillas inocentes, y te diviertes mucho viendo como los reclutadores salen casi en estampida. En una oportunidad en la que estén conversando animadamente suéltale a la numeraria de turno alguna de estas informaciones confidenciales, como cosa muy íntima, casi como un secreto que no debería decir a nadie:

-Mi padre fue sacerdote.

-Mi madre fue monja.

-Hace un par de años tuve una crisis religiosa muy fuerte y creí que debía hacerme monja, incluso llegué a vivir varios meses en un convento como novicia, pero me di cuenta de que aquello no era lo mío.

-Hace un par de años aborté. Yo era una adolescente y no estaba en condiciones de criar a un hijo y tenía mucho miedo. Hoy me arrepiento, pero ya está hecho.

-Estoy en tratamiento con un psiquiatra. Tengo episodios de trastorno de personalidad. Me pongo muy violenta. He intentado suicidarme. Tengo depresiones muy fuertes. No se me nota gracias a la medicacion.

Es posible que alguno de los lectores puedar incluir otros posibles mensajes confidenciales. Cualquiera de estos hechos (ficticios, pero ella no lo sabe) te inhabilita para ingresar en el lado oscuro o, al menos, hace necesaria una dispensa muy restrictiva.  Si no tienes escrúpulos en decir una mentira para que te dejen en paz, este método es poderosísimo.

El cuarto método también contiene cierta dosis de creatividad. Consiste en que hagas a ella lo mismo que te hace a tí, pero pidiéndole dinero sin parar. Oye, que en casa necesitamos dinero para una cirugía de mi abuelo, dame 100 euros; oye, que en la parroquia estamos juntando dinero para Haití, dame 100 euros. La esencia de este método consiste en que los del lado oscuro tienen absolutamente prohibido dar dinero a nadie, le llaman el apostolado de no dar. Si tú cada vez que la ves le pides dinero, no un poquito, de cien euros para arriba, conseguirás espantarla. Garantizado. El método sale muy reforzado si la convences de que tu familia está en la ruina y que necesitan dinero hasta para comer. Eso desanima mucho a los del opus. La parte débil de este método igual que el anterior es que necesitas una cierta dosis de cara dura y algunas habilidades teatrales para convencer a la numeraria de turno que lo que le dices va en serio.

Espero que esto te haya sido de alguna utilidad. Me alegro mucho de que no estés interesada en el lado oscuro. Me das mucha envidia, porque yo me pasé metido ahí casi treinta añitos. Se ve que eres muy lista y yo muy tonto.

Saludos a todos y a prepararse, que a la primavera no hay quien la pare.

Dionisio.







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