Nadie asume responsabilidades.- Aquilina
Fecha Friday, 04 March 2011
Tema 070. Costumbres y Praxis


Querida Calandria,

con referencia a tu último correo en el que contestas al mío anterior, solo quiero decirte que no me pasa por la cabeza acusarte de falta de sinceridad. Siempre intento escribir o hablar desde la posición de no ser yo nadie para saber lo que pasa dentro del corazón o de la conciencia de las personas. Siempre he intentado, en las intervenciones mías en esta pagina, opinar y juzgar acerca de actuaciones y hechos concretos, nunca sobre las personas singulares. Más aún, estoy convencida de que hablar, opinar, evaluar los hechos, desde la enseñanza evangelica de “no juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes” ayuda mucho para que nuestras discusiones sean constructivas. Si hasta Jesucristo en la cruz tuvo a bien rezar “Padre, pérdonales porque no saben lo que hacen”, yo creo que el beneficio de la duda se le tiene que reconocer a todos...



Cuando escribo, referido a tí, que “te cuentas un cuento”, o que echar las culpas sobre los directores es un eslogan para confundir las ideas, no me refiero a una actuación consciente, sino a mecanismos de racionalización, por los cuales vivimos determinadas experiencias y después, a posteriori, nuestra mente hace un trabajo de justificación racional para lograr integrar esas experiencias en nuestra visión de la vida, en nuestra moral, en nuestra afectividad, metabolizando las contradicciones.

Sin embargo, el compromiso de no juzgar a las personas, no me impide ejercer mi capacidad crítica sobre los hechos y las actuaciones, y en este sentido te digo que realmente las razones que me proporcionas no me parecen suficientes para explicar cómo una organización que:

- pretende de ser ejemplar dentro de la Iglesia,

- siempre presumió no caer en los tantos errores practicos y teoricos de otras instituciones eclesiales,

- pretende defender que las virtudes sobrenaturales sólo se pueden edificar sobre las virtudes humanas,

- pretende que la dirección espiritual, que se compromete a dar a sus miembros para ayudarlos a recorrer caminos de santidad, sea corporativa (esto tiene como corolario  que la Obra institucionalmente asume la responsabilidad de las indicaciones proporcionadas por cada director),

- presume de sus capacidades de movilización y organizativas,

no logra manejar eficazmente lo que constituye su razón de ser dentro de la Iglesia: es decir, ayudar las personas a vivir una vida de santidad dentro de sus circustancias personales, sin hacer cosas raras, sin que un porcentaje demasiado importante llegue a perder la salud y la cabeza.

Resulta que el Opus Dei es eficaz en todo –en organizar el UNIV, en movilizar a la gente para las canonizaciones, en llenar las GMG (Giornate Mondiali della Gioventù), en organizar franchising de colegios y universidades, montar editoriales, etc...- menos que en su misión especifica, que es ayudar a la santificación de las personas (normalmente, la santidad tendría que comportar una personalidad equilibrada).

El prelado y sus colaboradores en el gobierno de la Obra tienen unas circustancias de vida muy excepcionales y regaladas que quizá (yo no lo comparto, pero puedo admitirlo) puedan justificarse que son para dar eficacia a su tarea -¡a su responsabilidad!-  de conducir y orientar a tantas personas a la meta de la santidad. Si sus circunstancias personales, de edad, de fragilidad emocional o de lo que sea no les permiten llevar esta “responsabilidad”, si ellos no “responden” de esa misión que dicen tener y de los resultados concretos que consiguen con sus actuaciones, tendrían que considerar seriamente la oportunidad de dejar su encargo a otros que puedan hacerlo mejor.

No se puede jugar con las responsabilidades tirandolas como si fuesen una pelota: por un lado los directores no pueden cambiar los criterios de gobierno, quien puede hacerlo sólo es el prelado; pero por otro lado tampoco el prelado puede hacerlo, pues los directores no le refieren los problemas. ¿Hasta cuando  se seguirá eludiendo las responsabilidades, sin alcanzar a identificar a alguien concreto? ¿Te parece seria esta forma de contestar a requerimientos de asunción de responsabilidad tan numerosos, tan drámaticos, que han tenido recaídas tan importante en la vida de muchos y de muchas?  ¿Te das cuentas de que, frente a esas disfunciones que desde hace años se denuncian y que tu mismas detectas en la institución, nunca, ¡NUNCA! alguien en el Opus Dei se ha tomado la molestia de asumir esta responsabilidad, de enviar una señal de que se lo están tomando en serio?

Si el problema fuera realmente lo que tú dices, pues que cambien el prelado y que pongan limitaciones de edad para conseguir que quien puede actuar eficazmente para rectificar tenga la edad, la cabeza y las energías para hacerlo. Igualmente los colaboradores del gobierno central y a los distintos niveles. Repito: no son problemas recientes, son muy antiguos, se tuvo todo el tiempo necesario para remediar, si realmente importara remediar.

La verdad es que, aunque eso que acabo de describir me parece la consecuencia lógica de las razones que tu expones, yo no me creo que ésta pueda ser la solución. La solución, más bien, se puede encontrar sólo en una revisión radical de la praxis y de la doctrina, conjuntamente, en las que se basa la vida en el Opus Dei, en la revisión crítica y en reconocimiento de los errores pasados, en la capacidad de aceptar correcciones y consejos críticos de quienes, “ex” e “in”, han sufrido en sus carnes las consecuencias de estos errores, en el sometimiento al juicio de la Iglesia (que implica dar a conocer en su integridad los documentos internos, y no obligar después a obligaciones no previstas en los documentos entregados)... en una palabra: en rectificar sinceramente.

Personalmente, creo que esto no va a suceder nunca. Estaría feliz de estar equivocada.

Un saludo cariñoso,

Elena







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