A lo mejor y después de leer esto, en su próximo escrito nos cuenta – para dejar en buen lugar a la peña esa y demostrarnos cuán libérrima es - que tiene una vida fuera maravillosa y excelente, toda su familia de sangre que la acogería con los brazos abiertos, un sueldo fantástico independiente de la peña y un lugar donde vivir, encima, si algún día decidiera irse… ni lo sé ni me importa. Para mí, el baremo cambió cuando reconoció que padece una depresión de narices “que tiene controlada”...

Esto fue lo que escribí el lunes 27 de diciembre, como respuesta a Daniel M, y de hecho esperaba tu respuesta diciendo justamente lo que dices, no me cupo jamás la menor duda acerca de eso. Sin embargo, por una vez me da igual porque me alegro un montón de que hayas contestado, de que parezcas estar bien y de que ni estés empastillada hasta los pelos ni te hayan ingresado. A menudo me has sacado de quicio (¡sigues!), ya lo sabes, pero de corazón te digo que me alegro de que tu silencio no se deba a que estás en una de esas clínicas o en una casa de retiros, “descansando”, así que muchas gracias por dar señales de vida.

Y ya que estamos, paso a comentar un par de frases de tu escrito. Mira, Calandria, en lo de que una numeraria puede ser feliz... ni quito ni pongo. Hace poco escribí aquí acerca de mi prima Ali, nax desde hace más de veinte años y que aparentemente es feliz. Como para gustos se hicieron los colores y al gusano que vive en rábano picante éste le sabe dulce, no digo nada.

En lo que sí digo, porque clama al cielo, es en la “normalidad” de vida de una numeraria, porque nada de lo que se vive en los centros de la peña esa es normal: no es normal que haya numerarias A, B o C, ni que para ducharte por la tarde un día tengas que consultarlo a la directora, ni que cuando te cambian de habitación o de centro ahí se quedan tus libros, ni que no puedas tener una fotografía de tu madre pero tengas que ver a Dolores Albás y a Carmen Escrivá por todas partes y tantas otras cosas que llenarían una enciclopedia. La normalidad brilla por su ausencia y lo sabes tú mejor que nadie, aunque para hacerles quedar bien quieras hacernos creer otra cosa.

Gracias otra vez por dar señales de vida.

Mediterráneo