Opuslibros - Piensa el ladrón que todos son de su condición.- Mediterráneo

Lo primero que me ha venido a la cabeza leyendo el post de Agustina ha sido el viejo refrán, “piensa el ladrón que todos son de su condición”. Porque ellos no guardan el secreto, piensan que nadie va a guardarlo. Mi experiencia (pequeña) con sacerdotes protestantes casados es que separan drásticamente su familia de su ministerio y que aunque muchas veces la mujer ayuda en la parroquia, se trata de dos cosas muy separadas.

Allá por el año 2002 yo estaba en Estados Unidos, por Atlanta. En una misa de domingo el sacerdote habló del matrimonio y habló de una manera peculiar, diferente, que me llamó la atención. Pasó el tiempo y tuvo oportunidad de viajar a Barcelona, así que me pidió por favor que le buscara hotel, “dos habitaciones, para mi mujer y para mí y para las niñas”. Me sorprendí y le pregunté: era un ministro protestante que se había convertido al catolicismo, como estaba casado siendo pastor, casado siguió después de convertirse.

Yo no sé si el celibato tiene que cambiar o no, no sé si es otra más de las características prehistóricas de la iglesia... no sé nada. Lo único que puedo decir es que ese sacerdote era otra cosa, otro tipo de cura distinto al tipo al que estaba yo acostumbrada. Su visión, sus consejos (me confesé con él varias veces), su amplitud de miras, su predicación... era otra cosa. Por supuesto, nada que ver con un sacerdote numerario, era como hablar de otro planeta. Doctrinalmente, era bastante “martillo de herejes”, hablaba a menudo de la Iglesia católica como la única verdadera, la única realmente fundada por Jesucristo, el Credo como el compendio de toda la fe, este tipo de cosas. Y sin embargo, en todo lo referente al ser humano era comprensivo, amable... era como estar sentado en un sofá mullido, si se me permite la expresión, de esos que invitan a decir “qué descanso, qué bien estoy sentada aquí”.

Cosas que hacen pensar.

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