Obsesión fatal.- Nicanor
Fecha Friday, 04 February 2011
Tema 010. Testimonios


J. me comentaba que uno de los problemas del Opus Dei y la perseverancia de sus fieles, era la “falta de selección”. Sí, hay personas que no debieron nunca ser llamados a sus filas porque no tenían “vocación” en los rangos establecidos por el Fundador como “talento, carácter y posición”.

 

Coincido plenamente con él y, con gran denuedo, nos reuníamos cada año en las convivencias de “Consejos Locales” para mejorar el modo de hacer proselitismo e ir “a por los mejores”...



Sin embargo, J. añade que darle más vueltas a este asunto de haber pasado “un momento” de la vida en el Opus Dei y seguir dándole vueltas es “no saber pasar la página”. Coincido nuevamente con él. De hecho, aún recuerdo lo mucho que sufrí cuando -el que era como mi segundo padre- murió tras un día maravilloso de haber estado con él.

 

Repensar el Opus Dei tras haber pasado “un momento” por ella no será, entonces, tan simple como salir de la sala de cine y comentarle al amigo: “el filme fue un fiasco”. En varias ocasiones he visto filmes de los que mal me habían comentado y resultó que eran encantadoras para mí y, otras sí, eran un fiasco.

 

Considero que el Opus Dei va más allá de un punto de vista emocional de “momento” que haya que olvidar y perdonar, tal como predican todos los de la Prelatura que me escriben o leen esta Web.

 

Olvidar, imposible. Perdonar, tal vez. Narrar lo que uno creyó que era el Opus Dei y lo que considera que es, lo encuentro deber de justicia.

 

El Lector tendrá que comprender y, en algunos casos perdonar, que escribir en esta Web no es un asunto de enfermiza “obsesión”, como me dice J. Tampoco niego que no lo sea y el que esté sano que tire la primera piedra. Lo denomino “deber de justicia” porque cuando terminó mi “momento” en las filas de la Prelatura sostenía que era el único bolígrafo de Dios que se quedó sin tinta.

 

De no haberme encontrado con otros ex numerarios (as) y esta “proscrita” Web, jamás hubiese caído en la cuenta de que las experiencias vividas durante aquel “momento” se repetían y repiten y repiten una y otra vez. El “momento” se ha convertido en un continuo, en el mar de Ulises donde las sirenas cantan para que encallen las barcas, se “quemen las naves” (Ref. Fragmento de una canción propia de la Prelatura) y los marineros se ahoguen.

 

¿Quiero ver más marineros ahogados? He visto suficientes y varios hemos salido a flote maltrechos. Con algas por las narices y cangrejos por aretes.

 

Creo que el Lector y J., no pensarán que ha surgido un nuevo súper héroe de cómic para salvar al mundo del peligro que representa el Opus Dei para la humanidad. Jamás sería un héroe taquillero para la Marvel.

 

En parte, nadie debería encallar en aquel “momento” sin advertirle –como hizo la diosa Minerva con Ulises– que hay una isla con barcos naufragados. La decisión la tomará cada uno, a mí, nadie me advirtió y encallé ingenuamente en la “edad de la generosidad”.

 

Nicanor

nicanor.wong@gmail.com







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