Prelatura y ordinariato.- Bastián
Fecha Wednesday, 02 February 2011
Tema 110. Aspectos jurídicos


Por una conversación reciente y una indiscreción, tan habitual en algunos supernumerarios veteranos, me llegó la noticia de que los sacerdotes anglicanos que han sido admitidos en la Iglesia católica podrían haber constituido una prelatura personal, o al menos ese era lo que el Opus Dei se temía. ¿Y por qué temían nuestros exhermanos que los curas anglicanos constituyeran una prelatura personal? Porque entonces ellos ya no serían los únicos: porque el Opus Dei ya no sería la primera y única prelatura personal. Cuestiones canónicas aparte, de las que no entiendo, sí recuerdo el malestar y el cabreo que había dentro del Opus Dei cuando era instituto secular -entonces el primero y el único- y ya empezaban a vislumbrarse otros institutos seculares a las puertas del Código Canónico.Esa madre guapa que era para Escrivá el Opus Dei, tenía que ser la única. Como en todo lo suyo: lo mejor, lo único, lo auténtico... Y lo demás, plebe.
 
No creo que lo que la organización que fundó el marques de la alta pera quiera ser ahora un ordinariato, como al que pertenecieron hasta hace unos cuantos años en España los militares, que dependían de un obispo castrense-. Para mí esta claro que en ese sentido lo que pretende es que nadie más que ellos sean prelatura personal.
 
Esto responde a Obiedo en su pregunta del 31 de enero.
 
A la cuestión que plantea Nicanor ese mismo día, puedo afirmar que  el "pasarse de más" al que se refiere consistía en cuestiones como ir mejor o peor arreglado: mejor con camisa blanca y corbata, que con jersey; mejor con zapatos sebago, que con zapatillas deportivas. No sé si ahora rige ese criterio o no. Supongo que habrá de todo.
 
Y de acuerdo con la apreciación de Ramana: a mí, leer los testimonios de tanta gente atormentada y jodida por el Opus Dei me sigue ocasionando la misma ansiedad que yo padecí durante todos los años que viví ahí dentro, adonde llegué ilusionado y engañado siendo un niño de 16 años, y de donde pude salir a los veinticinco, pero marcado para toda la vida: hundido, sin amigos, con una profesión distinta de la que había soñado, a cientos de kilómetros de lo que fue mi vida y con un daño imborrable.
 
Casi cincuenta años después de mi liberación todavía envidio a quienes pueden olvidar y perdonar.
 
Bastián.








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