Hay una canción de “casa” que escenifica la naturaleza enfermiza de esa institución. No  recuerdo completa la letra, si alguien la quiere completar lo agradecería.

“Por amor hay quién pasa las noches llorando, por un amor.

Por amor hay quién pierde su vida, por un amor.

Que gusto perder la vida, quemar las naves, por un amor…”

En la vida de una persona normal, esta situación sólo se relaciona con un amor no correspondido o con la pérdida de la persona amada. En cualquiera de las dos situaciones, hay que cortar, pasar el duelo y buscar recursos para seguir viviendo. No es nada recomendable, a mi juicio, para la salud mental de nadie, afirmar el gusto por perder la vida en dicha situación. No sé si hay algún psiquiatra o psicólogo entre los lectores, pero creo que requiere un análisis en profundidad que confirme o desmienta mi personal apreciación.

¿Cómo es posible que quede gente sin síntomas de depresión ante semejantes planteamientos? Lo normal, es lo que nos ha pasado a casi todos los que estuvimos y nos fuimos. La depresión no fue la causa de no perseverar en la vocación. La depresión la provoca la naturaleza enfermiza de dicha institución. No era un problema nuestro, no es una enfermedad que Dios nos mandó o les manda a los que aún permanecen. Es consecuencia de sus errores profundos en los planteamientos vitales. Alguien debería de intervenir y poner un freno a semejantes desmanes.

Acabaré diciendo que el amor correspondido, no hace llorar, ni perder la vida, todo lo contrario es cariño, comprensión y ayuda mutua. Es para mí, un camino a la felicidad, en la medida que este mundo lo permite. Sin nada que añadir y hasta la próxima.

Un saludo a todos:

K2