Una felicitación de Navidad que llega con retraso. Mi prima Alicia, nax desde hace más de 20 años, me desea felices fiestas y que el Niño Jesús nos bendiga.

Miro sin leer la escritura, propia de una niña que está empezando a escribir. Ali cumplirá cuarenta años este 2011 y su caligrafía ha ido a peor en los últimos años. Letras sueltas, altibajos, índices de represión, con R.

Ali no suele ir a las celebraciones familiares, para desespero de sus padres, que jamás han aceptado su “vocación”. Cuando su madre, harta de no ver a una hija que vive a diez minutos de distancia, arma la de Dios es Cristo, Ali va a verles y durante una temporada la vemos más. Sus sobrinos la adoran y viceversa.

Ali es muy buena cuidando gente mayor y enferma; de hecho, Ali es la mejor persona que conozco, la mejor con diferencia. Recuerdo la agonía de mi madre en el hospital y cómo Ali fue a visitarla todos los santos días, pesara a quien pesara y me consta que alguna vez se fumó el círculo. Mi madre estaba más contenta que si hubiera ido a visitarla el Espíritu Santo en persona y por esa sonrisa de mi madre cuando la veía, siempre estaré en deuda con Ali.

El último día de mi madre en este planeta, Ali me dijo “le he pedido a Encarnita que o la cure o se la lleve”. Donde quiera que Encarnita esté y quien quiera que sea ahora mismo, doy fe de que le hizo caso al pie de la letra porque mi madre falleció no transcurridas ni doce horas.

Sé que últimamente lucha más por ella misma, pide ir a descansar cuando lo necesita y dice que no, simplemente, cuando le piden algo que no quiere hacer. Aparentemente es feliz, su sonrisa es auténtica, sus ojos brillan, no está empastillada y está más en el mundo que hace unos años, cuando no podía participar en ninguna conversación alrededor de la mesa familiar porque no sabía qué decir. Tiene correo electrónico y página en facebook aunque visite ambos de uvas a peras.

No sé si ese afirmarse más en ella misma es signo de una evolución interior más profunda que puede llevar, en uno u otro momento, a dejar esa peña. Tampoco sé si quiero para Ali un aterrizaje sin paracaídas en un mundo hostil, salvaje, para el que no está preparada, con formación profesional ceromenoscerodivididoentrecero, experiencia profesional ídem, una crisis que se está llevando el país por delante, unos padres mayores y con pocos recursos, cotización a la seguridad social inexistente… si el momento llega y Ali deja la peña esa, ni qué decir tiene que servidora dejará de comer para ayudarla, pero quiero a Ali feliz. ¿Y si su felicidad pasa por seguir en esa peña?

SC preguntaba si conocíamos a alguien feliz en la peña esa y Ali, aparentemente, lo es. ¿Qué pasa por dentro de alguien que ha enterrado lo mejor de su vida haciendo la del buey, “arando pa’ que otros coman”? ¿Estamos todos equivocados y es posible ser feliz ahí dentro? ¿Es posible, siguiendo el ejemplo de Atomito, que haya alguien a quien Madoff no haya estafado?

Mediterráneo