Feliz navidad, Paz, Amor… Así rezan casi todos los mensajes recibidos estos días.
Día 22 de diciembre, mi casa una maravilla, adornos, árbol, nacimientom luces, hogar luminoso y alegre, Paz, Amor. Llega la familia, la de verdad, la de sangre, la real. ¡Felicidad!
Día 23 de diciembre empiezan a llegar, el primer coche, niños “vomitados”, maletas, juguetes porque si no se aburren, duchas, primeras lavadoras… Así continúan llegando hasta el 24 por la mañana, 14 niños, 10 adultos, total 24 para hacer honor al día; cinco no llegan hasta el 26, preparativos, cenas, todos guapos, tres con fiebre; los niños cenan primero, una madre, ¡Todos juntos, es Navidad!, aprieta que no cabemos, una mesa preciosa… Ni rastro, se han chupado las velas, han tirado el agua, dos quieren la misma servilleta, ¡que el niño no llega!, saca unos libros así está más alto, fin de la cena, solo los listos han cumplido, ¡A los regalos! ¡Fracaso total! Todos quieren el mismo, total solo han costado la mitad de los ahorros, 11 nietos 3 sobrinos, para los mayores ¡nada!, cuidado no tirar los regalos, los papeles por un lado, los regalos por otro, inútil todos al contenedor, faltan dos regalos. Por fin descanso, tomamos turrones, los niños juegan, silencio, demasiado silencio, ya no hay árbol, han enchufado al menor aun sin dos años, lo han envuelto con las luces del árbol, está subido a la silla ¡la estrella en la cabeza! ¡Que alguien quite los plomos! ¡Desenchufar al niño!, dos tortazos, ¿Quién ha sido?, silencio, ¡que alguien traiga unas velas!
¡El nacimiento! ¡Que alguien salve el nacimiento, era de los abuelos! Paz, Amor, familia de sangre. Se decide quitar luces y adornos. Adiós hogar luminoso y alegre. Recuento 6 vasos rotos, ¡mañana a los chinos!, ¡vasos de plástico!, el Niño Jesús, los mandos de la tele, no aparecen, pañales, ¡se han olvidado los pañales!, ¡a la farmacia de guardia!, tranquilos he comprado pañales están en el armario, dos tamaños… familia de sangre, ya con la lengua fuera, ¡han deshecho las camas, las niñas quieren dormir juntas, los niños juntos, gran lío, estaban preparadas por familias. Paz, familia de sangre, aún quedan los sofás. Nadie recogen están cansados.
Día 30: comienzan a marcharse, 10 lavadoras, 12 secadoras, cortinas por lavar, paredes llenas de “boli”, neveras vacías. ¿No caben?... ¡Si el coche es el mismo!, padres disgustados, ¡Es por los regalos! Demasiado grandes.
Para el año próximo… yo me vuelvo a mi administración, a mi misa de gallo, a mi silencio de la noche, a mis pasillos en penumbra, a mis tiempos de pensar en mí, a mi hora de tener cierta amargura, ahora, Calandrias y Calandrios, ya no hay tiempo para amarguras, enfermedades, solo las propias de la edad, pero como nadie hace ni caso…
Mañana vuelvo a empezar, me gusta el árbol con sus luces, el Nacimiento, el tener dolor de espalda, el que falten pañales, el tener a cinco encima de mi porque me quieren… hasta el cielo dicen. Familia de sangre, respiro; esta anciana abuela mira a su anciano marido, últimamente más arruinado: le digo PAX. Y me contesta “como no sea en la eternidad”. Adiós, hasta semana Santa se despiden, no corráis.
Janabenito
