Respondiendo a Daniel M.- Mediterráneo
Fecha Monday, 27 December 2010
Tema 010. Testimonios


Daniel, ¿y si el punto no es lo que Calandria nos aporta, que es en verdad nada, aparte de sacarnos de quicio en más de una ocasión, sino el hecho de ser los únicos que la escuchamos?

En una de sus últimas contribuciones decía que Agustina la escuchó y le brindó apoyo y comprensión, no cito exactamente pero el sentido era éste. No quieras mayor pena, haber dado tu vida por un ideal, llevar a cuestas una depresión (cuántas cosas entendí leyendo esa afirmación), verlo tan normal porque al fin y al cabo el 50% de la casa está igual, y tener que buscar fuera, entre aquellos por cuyas almas escrivá no daba ni un céntimo, el consuelo, el cariño, que no encuentras dentro. Vamos, dantesco me parece.

La verdad, no puede importarme menos si tiene buen espíritu o malo, si es un electrón libre ahí dentro, si sigue reglas, normas y protocolos de actuación o si hace de su capa un sayo. Me importa que no me da la sensación de ser feliz como persona - quién puede serlo empastillada y con depresión - y si sigue tan “anclada” ahí es, quizá, porque no tiene ninguna posibilidad fuera. ¿Quieres más pena?

A lo mejor y después de leer esto, en su próximo escrito nos cuenta – para dejar en buen lugar a la peña esa y demostrarnos cuán libérrima es - que tiene una vida fuera maravillosa y excelente, toda su familia de sangre que la acogería con los brazos abiertos, un sueldo fantástico independiente de la peña y un lugar donde vivir, encima, si algún día decidiera irse… ni lo sé ni me importa. Para mí, el baremo cambió cuando reconoció que padece una depresión de narices “que tiene controlada” (y yo voy y me lo creo) y a partir de esa afirmación, nada de lo que diga, ninguno de sus comentarios, merece nada más que ser escuchado con cariño (el que ella no encuentra dentro) y ya está. Se acabó el intentar razonar, se acabó el intentar encontrar una coherencia, se acabó todo porque es una persona enferma, con una enfermedad que condiciona la manera de ver el mundo, las decisiones, la forma de reaccionar, de enfocar la vida… lo condiciona todo, así que qué puede pedírsele.

Personalmente, y aceptaré cualquier decisión contraria, no pienso que haya que decirle que no escriba más, porque su escribir aquí no es más que una anécdota. Que a veces hace hervir la sangre… pues sí, pero cuando se pasa la ebullición y uno se vuelve a sus cosas y ni se acuerda, es ella quien se queda con las navidades dentro de la peña, las bromas de reyes, las amigas a las que quiere acercar a Dios para que sean felices, las directoras con buena voluntad pero equivocadas, las enfermas de su casa, su depresión bajo control, el quererserfelizpornaricesporqueeseeselcaminoalquediosmellama y su esquizofrenia de vida, escribiendo en opuslibros y viviendo en la peña esa. ¿Alguien se cambia?

Feliz año nuevo a todos. Que sea un poquito mejor que el 2010, que tampoco costará tanto :-)

Mediterráneo









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