Pequeños recuerdos de grandes errores (III).- Fueraborda
Fecha Monday, 20 December 2010
Tema 070. Costumbres y Praxis


PEQUEÑOS RECUERDOS DE GRANDES ERRORES

 

Dulce Navidad

 

 

Se acerca la Navidad, y se me pone un nudo en la boca del estómago.

 

Antes era por lo que se avecinaba, ahora es por lo que se les avecina a otros…

 

Son días en los que se está más sensibilizado y desearías que todo el mundo tuviera un hogar. Por eso pienso en vosotros, Calandrias, Calandrios y compañeros mártires. Porque no sólo los sintecho carecen de hogar. Me apetece ofreceros mi pequeña casa, y serviros una entrañable cena sin doncellas, sin centros, sin parafernalias. Y compraros unos reyes con el corazón. Y libraros del mal rato de la broma pesada, hecha con mucho cariño, pero que a veces sienta como una patada en el estómago...



Mis recuerdos de estos días Navideños, son tristes. Siempre se multiplicaba el trabajo de forma que no había tiempo para disfrutar de lo realmente importante.

 

Visitas a la delegación, visitas de la delegación con sus tediosas e interminables tertulias… triduos de Navidad para padres en los que había que avisar al portero para rellenar… vestir el oratorio de fiesta: ponerlo como un jardín, quitar las manchas de cera de manteles de lino, el brillo de la plata, la cera del suelo, el carboncillo, las discusiones por la ventilación, ensayar el gregoriano…

 

La carta del Prelado felicitando las fiestas que se nos leía en la oración, que se comentaba en el círculo… ¡jamás se dijo tanto sobre tan poco! Pero la recibíamos con simulada admiración y teníamos que responderla con agradecimiento. ¿Has escrito al Padre? Hay que escribir al Padre, ya sabes que lee todas las cartas y echa de menos si falta alguna. Como en toda familia normal que somos, claro.

 

Pasado el día 25, la pesadilla continuaba con la cercanía del día de reyes.

 

Como en toda familia, el día de Reyes había regalos. Los padres disfrutan poniendo regalos a los hijos, y a estos les embarga la emoción. Ese día los protagonistas son los niños. En la obra, como todos somos niños, acudimos a la chimenea todos juntos y se organiza un jolgorio con los paquetes. Y es de buen espíritu sonreír, también es de buen espíritu que te guste, porque no estamos apegados a lo material. Pero si el paje encargado de tus reyes ha tenido demasiado en cuenta este criterio, te ha jodido, porque hasta el año que viene no podrás disfrutar de otra oportunidad para obtener lo que querías.

 

Pero la cosa no queda ahí. El fundador, siempre preocupado de que los demás vivieran la pobreza en grado heroico, y como para restar importancia al regalo material, quiso que se pusiera el énfasis en un pequeño detalle que en el argot familiar se llama broma.

 

Si te tocaba hacer a ti las bromas de los demás, eso sí era una broma, pero pesada, pues pasabas días y días, ¡tus vacaciones! haciendo dibujitos, recortando, pegando, e ideando aleluyas, que así llamábamos a los pareados explicativos de las bromas representadas. Y el buen espíritu te exigía hacer muchos elogios y simular que te divertían enormemente.

 

Todo este espectáculo, que visto desde fuera resultaría patético, desde dentro creíamos que era la representación más normal de lo que hace cualquier familia. La única diferencia es que en cualquier familia de verdad, los niños tienen pocos años, y resulta tierno su comportamiento. Pero en esta familia, no tan normal, los tíos que peinan canas son los niños, porque así lo quiso el fundador. Niño, no quieras ser mayor. —Niño, niño siempre, aunque te mueras de viejo. (Camino, 870)

 

No siempre éramos del todo conscientes de que en lugar de inspirar ternura, caíamos en el mayor de los ridículos. Y es que en la obra, te crece el cuerpo, pero es difícil que crezca el alma y la personalidad. Cuidado, no hay que crecer. No dejes de ser niño, si quieres agradar al fundador, que ve como un peligro la madurez de sus hijos. Sé pequeño, muy pequeño. —No tengas más que dos años de edad, tres a lo sumo. —Porque los niños mayores son unos pícaros… (Camino, 868)

 

Calandrias y Calandrios, me encantaría que vinierais a mi hogar a tomar las uvas a las doce de la noche, fuera de resopón, pero si no queréis todavía, os deseo feliz Navidad, y mágica noche de reyes.

 

Y si alguien por ahí hace alguna mención a los pobres y necesitados, no dejéis de comunicarlo en esta web, pues recibiremos con alegría esta buena nueva.

 

Con todo mi cariño,

Fueraborda

 

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