DE TÍTERES Y GANAPANES.- Kaiser
Fecha Friday, 03 December 2010
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Al hilo de lo que apunta Beni_Espinosa, he recordado un reportaje que leí en el Heraldo de Aragón el domingo pasado mientras desayunaba en una cafetería a la sombra destemplada de las torres de El Pilar.

Lo he estado buscando por la red y no lo he encontrado. En resumidas cuentas lo que venía a desvelar el reportaje es que Los Legionarios de Cristo eran un capricho de papá Oriol. Es decir, que, del mismo modo que a unos les da por comprar un club de fútbol o un partido político, a estos respetabilísmos señores les dió por montarse una secta. Se me dirá, que no, que no, Kaiser, no seas injusto, es una institución de la Iglesia. ¡Coño, también lo es El Maligno! ¿O es Satanás una institución de los pueblos de la selva indonésica aun por descubrir?

Continúo. Todo cobra sentido. Sólo desde esa perspectiva se entiende el más insignificante detalle. Esa depurada estética nobiliaria de la mano de la descarada antiestética mobiliaria. Ese puritanismo de élite venida a menos, a la que sólo le queda la virtud para darle brillo en la vitrina familar. Esos vicios de familia. Esos gestos. Esa afectación, que nunca supimos de dónde venían. Eran como la huella genética de un capricho. El capricho de un poderoso. O de muchos poderosos. Nosotros sólo fuimos carne de cañón. Mesnadas anónimas condenadas a la muerte segura. Muerte del espíritu, se entiende. Bajas que no importa contabilizar, porque se sabe que las ha de haber para empedrarles a los señores el infierno.

Lo que había detrás de Maciel era la inmensa fortuna, el inmenso poder, la inmensa influencia de la familia Oriol. Como los antiguos reyes y feudales quisieron elevar la catedral más alta con piedras de espuma, que los tiempos no estaban ya para otra cosa. Así su tumba alcanzaba los cielos sobre el sudor de sus peones de brega.

También es justo considerar el esfuerzo generoso de esta familia y sus hijos. El problema no es ése. Uno es muy libre de dedicar su tiempo libre y sus recursos a lo que estime procedente. No seré yo quien se extrañe, viviendo rodeado de gentes con un rastro tras de sí de toneladas de tabaco despilfarrado en humo. Y eso es lo más que constará que han dejado como legado. El problema es quién demonios dió carta de naturaleza en nuestra Santa Madre Iglesia a semejante esperpento. ¿Quién en la Curia se tomó la Fe a chufla? ¿A quienes les importó una higa de dónde venían, a dónde iban, qué leches iban a hacer estos señores con el legado evangélico? Quizá sólo les interesó lo que llevaban en la cartera.

Bien. no es este el motivo de mi escrito. el motivo de mi escrito es poner en consideración el hecho de que mientras nosotros nos preocupábamos todos a una por salvaguardar el espíritu, agradar al Padre (quien, mediante ese formidable instrumento de la presencia de Dios férreamente vinculado a la idea de divinidad que él mismo encarnaba, estaba siempre presente en nuestras acciones y omisiones), vivir al cien por cien todo lo que nos era dado asimilar, mientras todo eso pesaba sobre nuestro ánimo y mantenía nuestra testuz humillada, lo único que importaba era que se mantuviera el entramado, el miriñaque, el juguetito del mecenas de turno. Importaba poco que el Pade fuera así o asá, que tuviera modos sospechosos, ¡qué le vamos a hacer!, manías, evidente inacapacidad para el amor y la comprensión paternal hacia unos hijos cincelados a su antojo. ¡Lo importante era que se prestara! y repetir unas cuantas veces con unción lo lúcido que parece.

No me alegro de escribir esto. Siento un dolor agudo en lo que fui. En la falsedad de lo que fui. Siento una náusea borboteante. Pienso en quienes siguen aherrojados aún, atrapados en la madeja que tira de sus miserias humanas, de sus terrores, de sus humanas previsiones. Pienso en el secuestro físico y moral de tanta gente inocente. En tanta vida quebrada. Pienso que hay Dios. Y que ha de ser tremendo el peso de mangonearlo. Y más tremendo aún darse cuenta y no poder dar marcha atrás.

Tremendo. Que lo que quede al final es que todo fue cosa de un rico loco. O dos. Prefiero al jeque que compró al equipo de fútbol del Málaga.

Un saludo.

Kaiser









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