¿Arrojar nuestro pasado a la basura?.- Zuri
Fecha Friday, 21 May 2004
Tema 040. Después de marcharse


Hola a todos.

Llevo tiempo dando vueltas a un problema: En la web se han publicado últimamente algunos análisis muy lúcidos de lo que es la Obra, de sus fallos estructurales, de sus incoherencias, de lo dañino de algunas de sus costumbres. Bien, eso es importante para entender las crispaciones y rupturas que muchos han o hemos padecido, o sufrimos ahora.

Quizá os han contado el chiste del paisano que se arregla todo contento para ir a una fiesta, se está afeitando con cuchilla y se corta una vez, y otra, y otra, ... A la quinta dice desesperado: "Ya no voy a la fiesta" y se cruza la cara con la cuchilla, haciéndose una carnicería.

"Que se 'jorobe' el cabo si no me releva" parece que decimos algunos. Y seguimos nuestro camino rumiando rencor contra instituciones, lugares y personas. Los principales heridos de esta forma de actuar y de valorar nuestra trayectoria somos nosotros mismos. ¿Por qué escribimos aquí? ¿Por qué leemos con fruición cuanto se publica, tanto análisis como diatribas, tanto si son panegíricos como si son discusiones apasionadas?

Llevamos muy dentro de nuestra alma el rejón de muerte de haber intentado vivir un sueño. Los sueños no pueden destruirse: se borran, se velan, parecen desvanecerse pero están constituyendo nuestros más profundos anhelos. En su día intentamos ser Opus Dei viviendo en el Opus Dei. La costalada fue de aúpa y todavía sufrimos cuando lo recordamos. Analizamos la trayectoria y nuestro fracaso intentando entender que salió mal. ¡Habíamos puesto nuestro corazón y nuestra vida en juego! Y acudimos a estas páginas con el anhelo de recuperar algo de lo perdido, con la convicción de que no todo era mentira y aquí puede haber algo que nos reconstruya y nos reconcilie con nosotros mismos y con los más hermanos de nuestros hermanos.

Creo que es imprescindible para perdonarnos a nosotros mismos, para aceptarnos y seguir adelante, valorar nuestro pasado en su justa medida. ¿Que no hay cosas buenas en el Opus Dei? ¡Pero bueno! ¿Éramos ya jilipoyas o nos estamos volviendo ahora? ¿Cómo le hemos dedicado media vida entonces?.

Os recuerdo, queridos lectores, o mejor, queridos hermanos y hermanas, que hemos vivido con gente santa, que Dios se ha servido de nosotros para hacer milagros (pequeños, ordinarios muchas veces, sorprendentes y aterradores alguna vez) que hemos hablado de Dios a gente a la que nunca le habían hablado, que hemos hecho labores fantásticas tanto sobrenaturales como humanas, que hemos aportado lo mejor de nosotros mismos a la formación, al bienestar, a la felicidad y a la realización de gente que vivía o se cruzaba con nosotros. Claro que nos hemos cruzado con algún hijoputa. Pero os recuerdo que si es infinito el número de los necios, el grupo de los hijoputas está bien nutrido y es difícil no encontrárselos alguna vez.

¿Es eso motivo para arrojar nuestro pasado a la basura? ¿Creéis acaso que una experiencia, por muy dolorosa que sea puede destruir la belleza la verdad la bondad de nuestros empeños y nuestros recuerdos?

Bueno, esto me está saliendo excesivamente vehemente. Cuando empecé mi vida profesional en una consultora me referí en una ocasión despectivamente a la empresa, que era un poco chiringuito y que tenía un nombre muy pretencioso. Me oyó la secretaria, Paca, una chavala estupenda de la misma edad que yo y me reconvino amablemente: si yo no valoraba lo que traía entre manos, mi empresa, mi trabajo, estaba cometiendo una gran injusticia, sobre todo conmigo mismo. No seamos injustos con nosotros mismos. Tomémonos el tiempo necesario para reconstruir nuestras convicciones y nuestras ilusiones. Pero hagámonos el regalo de reconocer que perseguimos a uña de caballo un sueño maravilloso y pusimos nuestra vida y nuestra alma en juego. Unas cosas salieron mejor y otras peor. El caballo se estrelló o cayó reventado y ahora tenemos que ir a pie. Muy bien, todos tenemos nuestros pequeños problemas, pero no debemos ser crueles ni injustos con nadie: ni con la Obra ni con nuestros amigos, ni con nuestros hermanos ni, lo más importante, con nosotros mismos.

Y eso es compatible con llamar a las cosas por su nombre, con analizar hechos y circunstancias, denunciar atropellos y malas artes.

La casa arde por los cuatro costados: salvemos los muebles. reconozcamos lo bueno de nuestro pasado, de nuestras experiencias de nuestras ilusiones, de nuestras amistades. Incluso los grandes ideales que quisimos encarnar al formar parte de la institución que ahora ponemos "a escurrir" alguna vez. Nos lo debemos a nosotros mismos, no a la Obra. La Obra nos necesita poco o nada. Es nuestra paz lo que está en juego.

Si no os lo digo reviento

Un abrazo a todos y confío en haberme sabido explicar, o en que vosotros sepáis entenderme.

Besos

Zuri







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=1700