La sangría de Agregados. (Cap.3 de 'El buen pastor').- Nacho
Fecha Thursday, 20 May 2004
Tema 010. Testimonios



LA SANGRÍA DE AGREGADOS

Cap.3 de 'El buen pastor'
Enviado por Nacho el 20-5-2004

Hace poco tiempo escribía que el opus tenía una sangría de vocaciones en todos los campos, pero yo me refería especialmente al de agregados del centro 'Recoletos 5' (había uno para mayores en el número 19 de la misma calle). Citaba el caso de que pocos quedaban de los primeros agregados del Colegio Tajamar. Ahora me reafirmo en todo lo dicho, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos que he vivido.

En los centros lllamados "de mayores" donde estuve antes de irme el 28 de octubre de 1998, nos fuimos en un período de dos años seis agregados, todo ellos con una perseverancia cercana a los treinta años en el opus. No es que el centro al que pertenecía --Amaniel, en la calle Federcio Rubio de Madrid-- fuera un hospital para "incurables", sino que poco a poco nos íbamos "despistando" (en la obra se diría 'despitando')...


Como uno anda mucho por la ciudad de Madrid, tengo ocasión de encontrarme a muchas personas, algunas de las cuales me cuentan lo que pasa. Este es el caso de un amigo mío al que no veía hace años que me ha revelado que se acaba de ir un agregado que llevaba más de 35 años en la opus. Seguía practicando su fe cristiana, pero dentro de la prelatura no aguantaba más.

Hace cerca de un año, abandonó la opus en un centro madrileño otro agregado de más de 38 años dentro, al que todavía no se ha dado la baja definitiva, aunque, eso sí, se le ha amenazado con hacerle un monitum por rebelarse. A los tres días de morir su madre, el celador (director espiritual) que llevaba su vida interior le dijo que era de sentido común que cediera a la obra parte de su herencia. Después ha insistido varias veces en lo mismo, a lo que el abandonante no ha hecho caso. También le aconsejó que fuera a un psiquiatra --por supuesto de la obra-- para que le dictaminara. Sin embargo, el protagonista se rebeló y acudió a un psiquiatra de la medicina pública, que determinó que no había nada anormal en la situación.

Cuando el que se le había muerto su madre dijo en la dirección espiritual que deseaba ir a una residencia de agregados --en Madrid existen en la calle Luis de Salazar, Leñeros, en el barrio de Moratalaz y en Húmera, cerca del colegio Retamar, obra corporativa del Opus--, el celador le contestó que la obra no era una agencia de colocación y que, por lo tanto, se buscara la vida. El afectado no aguantó más y salió por piernas. No ha vuelto. Como se ve, el tener asegurada la vejez es cosa de selectos, aunque en la obra se hable de que está asegurada.

El primer nombre que recibieron los hoy conocidos como agregados fue el de 'supernumerarios internos'. Así me lo manifestaron los dos primeros que se incorporaron: Paco Navarro (con cruz de palo, por ser el primero en toda la historia de la obra y Rafael Poveda. Los dos, que pertenecieron en la Prelatura hasta el final, ya han fallecido. El primero que pitó con el nombre de oblato fue Paco Uceda, que presumía de haber sido carterista y recordaba que el fundador le había dicho que le "había robado no la cartera, sino el corazón" (¡qué frase más buscada!).

Pues bien, esos primeros formaron parte de la concentración de oblatos de toda España que se produjo en Madrid en los años cincuenta, de los que un elevado número de ellos no perseveraron. Hasta hace poco tiempo algunos de ellos aún se iban de la obra.

Un cosa con especial relevancia se produjo cuando un día el fundador determinó que quería que se ordenaran como sacerdotes un grupo de tres agregados. Hubo un primero que se apuntó y luego no perseveró, por lo que fue sustituido por otro que tampoco perseveró. Otro, que se dedicaba a la fotografía, incluso terminó los estudios, pero no pudo ordenarse, pues no estaba solucionada la regulación jurídica de la prelatura, cosa que no se produjo hasta 1982. El tercero del trío era Juan Soria, ex supernumerario de Valencia, que murió en Madrid a consecuencia de un ataque al corazón en los años 80. También tenía terminados los estudios.

Esta falta de perseverancia entre los agregados no es nueva. Todos sabéis que el primero de la obra no perseveró. Según se deduce de las biografías oficiales de la prelatura, se llamaba Pepe, y abandonó su pertenencia al enamorarse de una joven que frecuentaba una iglesia de Madrid en los años treinta. Uno de los confesores puestos por Escrivá, le aconsejó que puesto que le gustaba aquella joven, dialogara con ella. Pasado el tiempo, el fundador dijo que aquellos sacerdotes habían sido su "corona de espinas". Uno de ellos, don Heliodoro, secretario de Fray José Lopez Ortiz, ex obispo de Tuy-Vigo y arzobispo Castrense de Madrid-- falleció hace poco dentro de la obra. No era frecuente tenerle en reuniones.

Cuento esto para que se sepan cosas de la historia de los agregados, que yo he vivido con algunos de los que fueron los primeros protagonistas. No hace mucho, Enrique, que se hizo de la obra en 1956, se quejaba en una tertulia de agregados mayores que ya no pitaban obreros. El que escribe esto fue agregado, pero no era obrero, sino periodista.

Una última consideración, a los que se quejan de que solo tratamos cosas negativas en opuslibros.com, le aconsejo que no dialoguen con la tentación. No lo pasarán tan mal. Si la leen, es porque no están muy convencidos de su vocación. Por ello, en un país de prelatura donde existen tantos pecados, igual éste es uno de ellos y deben confesarse con el sacerdote del centro que, según dicen ellos, es el que debe lavar esa ropa. Si lo hacen puede que se encuentren con una sorpresa: se les prohíbe volver a entrar en la página y, si repiten, les pueden echar.






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