Recuerdo que, durante mi periodo como numerario, escuché en "tertulia" que Escrivá había "profetizado" la caída de la Unión Soviética. Era 1990 y se lo conté entusiasmado a mi padre: "Papá, la URSS se va a desmoronar. Así lo ha dicho Nuestro Santo Fundador" ¿Y todo este "rollo" a qué viene? A la declaración de Ali Agka, el turco que atentó contra Juan Pablo II, el día de hoy, acusando a Agustino Casaroli (ex Secretario de Estado Vaticano) por haber planificado el atentado para acelerar la caída del Comunismo. Si bien da para un libro de Brown, la cercanía entre Casaroli, el Banco Ambrosiano y el Opus Dei pujante en ser Prelatura Personal con la bula "Ut Sit" (curiosas donaciones al Vaticano mediante el Banco Ambrosiano) dan pie para hilar una buena novela donde el "monje albino" es un bebé de pecho.

Entre los mitos y profecías internas se narrará la muerte de uno de los primeros hijos de Escrivá, Croata (no recuerdo el nombre) y miembro de la unificación Croata, en un atentado de avión mientras se dirigía a Argentina, del cual Escrivá -dicen sus biógrafos- gritaba tras su muerte: "¡Me lo han matado!" ¿Quiénes? Obviamente la KGB.

Así también, el Consiliario nos contó la historia de dos espías de esta temible institución en una residencia para estudiantes de la Universidad de Navarra, historia que concluyó en la conversación que sostuvo el espía con el Director de dicha residencia: "Somos de la KGB y nos infiltramos para conocer sus actividades con los estudiantes rusos. Nosotros no podremos cambiar el mundo con nuestra política, pero ustedes sí con su espiritualidad". Hermosa florecilla de un espía que, dejaré al lector, dé vueltas en su imaginación al respecto y, probablemente, otros columnistas de esta página, puedan narrar más "cuentos y fábulas" internas.

Nicanor

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