Colecciones de agravios.- Chano
Fecha Monday, 01 November 2010
Tema 140. Sobre esta web


Tal vez os haya ocurrido en esos cursos de retiro en que se juntaba mucha gente, conocida y desconocida, que empiezas a notar que hay uno, al que no conoces, que te cae mal. Creo que es algo normal, porque en un curso de retiro el contacto con las demás personas es puramente visual y gestual; no hay un trato ordinario, no puedes hacerte la idea de cómo son en realidad esos desconocidos, y por tanto se pueden formar juicios bastantes apriorísticos a partir de la pura apariencia de los demás. A mí me pasó a veces, que un participante en el retiro me inflaba las narices solo porque ponía una cara que a mí me parecida afectada o artificial y no podía remediar ese rechazo. Cuando se me pasaron las fogosidades de la inmadurez y me hice más tolerante, y me entraban estas antipatías por alguien, sabiendo que no podía juzgar solo por las apariencias, me esforzaba por sonsacarle unas palabras, por “descontextualizar” esa convivencia tan atípica para conocerse como es el recogimiento de un curso de retiro. Y entonces esa persona se develaba ante mí y se esfumaba como el vapor esa imagen falseada que el silencio había propiciado...



Traigo a colación este recuerdo, porque con algunos de los autores más asiduos de artículos de opuslibros me está pasando algo parecido. Y quiero referirme concretamente a Nicanor (podría hablar también de EBE, pero en otros términos y no esta vez). Esta web no tiene nada que ver con un curso de retiro, pues no faltaba más, pero se dan circunstancias que también propician que se formen juicios parciales: el primer lugar el hecho de que el lugar de encuentro de los autores sea una página de internet donde se trata del opus Dei desde el punto de vista de los que se han marchado; y en segundo, el hecho de que al escribir monográficamente, lo único que se manifiesta de los autores es su pensamiento sobre el tema tratado y en consecuencia quedan en la otra cara de la luna todos los demás aspectos de la persona (su situación familiar, laboral, sus círculos de amistades, sus aficiones, su entorno, sus intereses personales, su universo mental, etc.), que no son objeto de análisis de este portal.

 

En el caso de Nicanor, además de leerle, se le puede ver en los videos donde habla sobre su pasada pertenencia al opus, pero estamos en lo mismo, porque solo se le ve desde el mismo punto de vista de persona desvinculada de la Prelatura OD y que destaca lo más negativo de esta. En cualquier caso, tanto en el medio escrito como en el audiovisual, este autor da una impresión de persona profundamente dolida por su paso por la institución escriviana y parece que todo su universo mental está dedicado a exponer lo nocivo que es el opus, y cada semana una, dos o tres veces nos regala una flor o un ramillete de los agravios que recuerda, o de los que le se van hilvanando en encuentros o contactos con personas (des)vinculadas (de) a la institución opusiana. Ofrece una impresión de coleccionista de agravios (entendiéndose aquí por agravios contradicciones de la susodicha, historias de corazones destrozados, incomprensiones, conversaciones sin acuerdo mutuo, desencuentros, praxis inhumanas, etc.) y, en general, el autor se me figura como una persona ceñuda y malhumorada, machacona, como un picapleitos que en todo ve delito. Estoy seguro de que no es así, pero esa es la impresión que al menos a mí me da.

 

De lejos se ve que es persona de inteligencia preclara. Al leerle y escucharle saltan a la vista la claridad de sus artículos y la fluidez de su presentación oral, la precisión y riqueza expresiva que hacen tan comprensibles y atractivas sus exposiciones. Por su testimonio personal y de otros se sabe que es persona que ha sufrido de un modo muy profundo las contradicciones y las barbaridades que se cometen en esa “milicia y familia”, que incluso dejaron mella en su aspecto físico. Se comprende perfectamente su anhelo de dejar por escrito y en video todo el mal que esa institución ha hecho y hace en muchas personas, porque el hecho de verbalizar toda esa experiencia y sacarlo a luz pública es una magnífica terapia para restañar heridas. Por otra parte él mismo manifiesta en sus monólogos filmados que está felizmente casado y que tiene un hijo (tal vez la familia ha crecido ya…), lo que es una bocanada de aire fresco dentro de ese tono de frío documental.

 

Sin embargo en la prolijidad de sus escritos se siente un prurito de no dejar títere con cabeza en todo lo referente al opus Dei, una comezón que le tiene en continua alerta intelectual y le hace consignar con una asiduidad sorprendente todo lo que late todavía en el ancho fondo de sus memoria dolida, que es mucho y parece que no tiene visos de agotarse. Su mente parece anclada en el opus. Sinceramente no sé cuánto tiempo ha pasado desde su felicísima salida, pero creo que es el suficiente para que las aguas revueltas después de la tormenta se hayan serenado. Da la impresión de que su universo mental tiene como única referencia el opus Dei, y que todo su pensamiento, por un camino u otro, termina encallando ahí. No estoy diciendo que haya que dejar de hablar del opus ni mucho menos. Pero tal vez abrir un poco más el horizonte mental, que, sobre todo en el caso de este colaborador de opuslibros, tiene cabida para mucho más que para ocuparse de algo que le ha traído tanto disgusto. Porque esa monotemática me temo que puede convertirse en tendencia obsesiva y obstaculizar o ralentizar el desarrollo de proyectos de futuro que exigen una mente despejada.

 

Reconozco que el tema “opus” crea dependencia entre los mismos que nos hemos marchado. Es lógico, porque quién más quién menos, ha dejado ahí unos cuantos años. Pero es curioso: cuando estábamos dentro nos quejábamos de que todo era Opus Dei, de que todos los aspectos de la vida están en función de la pertenencia a ello. Y cuando nos hemos librado de esa vinculación resulta que dedicamos bastante tiempo o cabeza –quién más, quién menos– a lo que nos ha causado tanto perjuicio (y qué duda cabe que también algún bien). Pienso que manteniendo el compromiso de informar y alertar a la Iglesia y a las personas que pueden verse afectadas por el opus, también hay que echar pelillos a la mar y vivir la nueva vida que nos hemos forjado sin dejarnos lastrar por el pasado.

 

Yo me planteo muchas veces qué puede cambiar el hecho de que escribamos en opuslibros: qué puede cambiar en el propio opus Dei, en la Iglesia, en la gente. Es obvio que este foro es una fuente magnífica de información para contrapesar la fuente oficial de la institución. Pero me temo que quitando a los que acuden a ella para encontrar un apoyo moral al afrontar su salida o los que la leen para contrastar información, la gran mayoría de lectores son los propios autores de las colaboraciones, con lo que todo se queda en una (con perdón) tertulia. Pienso que hay que encontrar más cauces hacia fuera que los empleados hasta ahora, para que realmente quien tiene que tomar cartas en el asunto (la jerarquía de la Iglesia) tenga esa información, pero presentada de una manera que no dé una impresión de ser visceral, ni fanatizada. No se puede ir a la jerarquía haciendo una enmienda a la totalidad, como diciendo “¡cómo no se dan cuenta de que la Prelatura OD es perniciosa de raíz!”, como muchas veces se sostiene desde estas páginas. Pienso que solo desde una actitud ponderada se puede conseguir algo de la jerarquía. El libro de Ramón Rosal, por ejemplo, estoy convencido de que va a hacer pensar a más de un hombre de Iglesia, porque realmente está escrito con ponderación, con respeto, y cosas así pueden más que una soflama entre convencidos que produce rechazo en los demás.

 

En fin, vuelvo al comienzo de mi escrito: no conozco a mi querido analista más que a través de este extraño “curso de retiro” de la web sobre el opus, es decir, me falta el contexto de su conversación (monólogos hay de sobra), no noto el calor de la persona bajo la frialdad de sus ceñudas críticas a la institución opusiana. Ya me gustaría poder liberarme (al menos temporalmente) de mis actuales ataduras familiares para dar un salto por encima del charco y conocernos mutuamente.

 

En tanto llega ese momento me imagino que no tardará en aparecer llegar la réplica del quien es  objeto de este escrito. Espero que no sea tan inmisericorde como la que dedicó a aquel Juan que le debatió algún que otro punto y a resultas de la respuesta del peruano no ha vuelto a asomarse por estos lares.

 

Con mi mayor respeto

 

Juan Luis Carrión Pérez, chano.copreto@gmail.com







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