Pagar la Seguridad Social es una obligación.- Ramón
Fecha Wednesday, 20 October 2010
Tema 120. Aspectos económicos


Hola amigos,

 

Quisiera abundar sobre el interesante artículo de Gervasio (18-10-10) en torno a la cotización para la Seguridad Social en el Opus Dei.

 

El aspecto más lamentable de todo esto es que detrás de los sofismas y subterfugios legales hay personas que resultan perjudicadas, sufriendo las consecuencias de su bondad al confiar en una institución ciegamente. Aclaro que ciegamente sólo se debe confiar en Dios.

 

En primer lugar, debemos saber que la protección social y la seguridad social son Derechos Humanos, consagrados como tal en la declaración de Derechos de 1949. Por tanto, son inalienables. No vale decir que se renuncia a ellos, ni sugerir que se puede hacer. Si uno tiene derechos (a la vida, a la libertad de expresión, etc.) no puede renunciar a ellos. Ni alienarlos. Es decir, el Opus no puede hacer esfuerzos para que la gente se aliene y diga que renuncia a parte de lo que le corresponde como ser humano.

 

En segundo lugar, no vale la comparación con las familias diciendo que "entre ellas no hay contratos". Esto es falso. Las obligaciones de los padres con los hijos están muy claras, y aunque no quisieran deben cumplir con su obligación de educarlos, criarlos adecuadamente, nutrirlos, etc. De hecho, si incumplen estas obligaciones se les puede privar de la patria potestad. Igualmente, el juez puede tomar decisiones que atañen a los hijos si los padres no actúan en su mejor interés. Igualmente, esto sirve para la relación marido/esposa. La ley no puede obligar a que se quieran, pero si a que se respeten. Podemos alegar que en las relaciones con la familia extensa (primos, abuelos, tíos) tampoco hay leyes, y es precisamente ahí donde radica el problema en negocios familiares, repartos de herencias, etc. Al no haber papeles, cuando las cosas vienen torcidas sólo hay líos. Pero esto es otra historia.

 

Adicionalmente, en la familia sí que figura la cotización a la seguridad social. Los progenitores cotizan para cubrir las necesidades de los hijos, y los cónyuges mutuamente. De ahí surgen las pensiones de viudedad, orfandad, etc. Por tanto, no es cierto que la cotización no exista en las familias.

 

En tercer lugar, se confunde lo institucional con lo personal. La cotización es algo que la persona "lleva consigo". No se cotiza en etéreo o en general, como otros impuestos, sino que se cotiza para una persona concreta. No vale por tanto decir que "ya nos encargaremos cuando haga falta". Esto es presuponer que la persona va a permanecer toda la vida en el Opus, o la institución que sea. Igualmente, se le priva de una prima de libertad, en caso de hacerse mayor o quedarse en paro. Se le ata. Además, es presuponer que el Opus va a poder financiar todas las pensiones o cargas que le corresponda con el tiempo. ¿Y si no le llega el dinero? Para variar, hará como tantos defensores del capitalismo a ultranza: los beneficios, para las instituciones, las cargas, para el erario público, que para eso está.

 

Finalmente, hemos de romper una lanza a favor de las cotizaciones y los impuestos: el dinero de los impuestos, en una sociedad democrática sirve para pagar muchas cosas, incluidas las pensiones, las escuelas, la sanidad, los jueces (muchos del Opus), universidades (donde hay mucho Opus) y el ejército (¿no decía monseñor que el militar ya era "medio Opus Dei"?). A nadie le gusta pagar las cotizaciones, pero a todos les gusta cobrar al pensionista cuando gasta su dinero.

 

Así que no pagar impuestos ni cotizaciones es dañar el bien común, y por tanto es tan pecado o más que otros muchos pecadillos veniales que no le sirven ni al Diablo para condenarnos.

 

Evidentemente, cuando se dan argumentos falaces para no hacer cosas buenas es que simplemente hay un interés económico por encima de los intereses de las personas. Y si no hay dinero, pues ya se sabe: a vender patrimonio, o cerrar oficinas del negocio, reestructurarlo o quebrar. No puede ser que el negocio dependa de la privación de las personas. No hay más que discutir.

 

En fin, no creo que mi contribución ni la de Gervasio hagan que nada cambie, pero por lo menos rebatamos las tonterías que se escriben.

 

Saludos

 

Ramón









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