Ánimo Janabenito.- Carmen Charo
Fecha Wednesday, 06 October 2010
Tema 010. Testimonios


Queridísima Janabenito, ¡muchísimas gracias por hacernos partícipe de tu terrible historia! ¿Se te pasó la jaqueca? Estoy casi segura de que ésta ha sido la última. Verás la liberación inmensa que produce el permitirse sacar tanto dolor estrujado durante tantos años.

 

¿Y yo qué te puedo decir? Que creo que eres una fenómeno de mujer, fuerte como un roble. Y si has hecho todo lo que has hecho en estos últimos 30 años, no creo que necesites demasiados consejos. A partir de ahora, cuando se vaya suavizando el dolor irás entendiendo y sabiendo valorar la experiencia vivida y su sentido hondo. Reconozco que eres la primera numeraria a la que le escucho semejante experiencia con una directora.

 

Al leerte me recordaste a Mª del Carmen Tapia, y creo que por tu ser libre, entusiasta, valiosa, por querer de verdad encarnar el espíritu con tu personalidad y tus valores, te machacaron como lo hicieron. Porque en el Opus Dei sólo caben las personas doblegadas, sumisas, anuladas. Probaron contigo y te medio mataron. Otras se doblegan y hace del miedo y la culpa el sentido de su vida.

 

Creo reconocer en tu relato a la otra directora, y si no es la que pienso tiene un doble muy fiel, y yo sufrí la convivencia con ella también durante tres años. Desde que salí de la obra me impuse que llegaría el día en que me encontrara con ella y le cantaría las cuarenta, porque también pensaba que me había dañado mucho. Pero fíjate que por pura casualidad, en un viaje de turismo con mi marido por una ciudad castellana, un sábado por la mañana, cuando aun no había un alma en la calle, miro y la veo justo delante a pocos metros. Era una calle estrecha por lo que no había posibilidad de escapar por ningún lado, ni posibilidad de no vernos. Me temblaron las piernas, porque habían pasado 10 años de mi salida y no me lo esperaba ni por lo más remoto. Pensando qué hacer, qué decir, si darle una torta o un bocinazo, cómo reaccionaría ella... nos cruzamos, y ella al verme del brazo de un hombre o vaya usted a saber por qué, no me reconoció, y a mi ella me dio auténtica pena. Debía ir a su trabajo en alguna administración de un centro de chicos, ella que no dio palo al agua cuando vivimos juntas. La vi igual, envejecida, empobrecida, medio ausente en medio del mundo...  y pensé que bastante tenía con lo que tenía. Se terminó mi rabia y mi afán de venganza. Comprendí que el pecado lleva su penitencia y me dio una pereza inmensa pensar en los años que le quedaban de vida  dentro de la obra. ¡Por Dios qué pena y qué aburrimiento!

 

Así que da gracias a Dios de haber tenido una vida plena  tras semejante infierno. Y si yo puedo ayudarte en algo, dime. Mi correo es carmencharo@euskaltel.net  

 

Un fuerte abrazo

Carmen Charo









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