El dulcísimo precepto.- Nicanor
Fecha Friday, 24 September 2010
Tema 070. Costumbres y Praxis


Permítanme felicitar a "sarnoso" por la impecable y amena narración de la rareza que es ser numerario del Opus Dei atraído por aquella convicción que nos metieron en la cabeza diariamente que "es lo que Dios quiere".

 

Ahora paso a contarles dos asuntos propios de la praxis de esta institución. Como les narré de la visita del Director de AOP a mi casa con motivo de una carta de queja publicada en una revista local, pude visitar nuevamente a sus padres después de tantos años. La mamá ha sufrido hace algunos días de un derrame cerebral y su estado es delicado. Para estos casos el "Espíritu" del Opus sugiere que - como cualquier persona corriente - en caso que se requiera que el hijo invierta dinero extra para los gastos de intervenciones quirúrgicas, hospitalización, etc., busque un trabajo extra como cualquier persona en similar situación.

 

Como bien sabemos lo "normal" que es un numerario y más aún un chico que tiene dedicada la vida en "labores internas", ¿qué dinero extra va a conseguir si no goza de los derechos laborales que permiten retirar dinero por los años laborados? Será la familia, en este caso su hermano, quien tenga que cargar "el bulto" mientras sus "hermanos" la encomendarán. Y únicamente la "encomendarán" porque ¿visitar?, ¿acompañar a la familia?... Eso es una rareza para quien ha "dejado padre y madre para atender la llamada de Dios". Menos aún conseguirle contactos con cirujanos o médicos supernumerarios que le puedan ofrecer facilidades. No. Los numerarios “no pueden aprovecharse de la Obra para sus fines personales”. Menuda hipocresía tras haberle pedido en varias ocasiones a mi padre y hermano sus influencias para ayudar a familiares de curas y numerarios en el hospital donde laboraban.

 

Por otra parte viene un ¡Ampay! a un numerario en una cafetería de "nice" con portátil, USB wifii y celular bien sentado en un rincón del segundo piso. Le toqué el hombro y cuál fue la sorpresa que se puso colorado con la necesidad de dar explicación del qué diablos hacía en esa cafetería: "Estoy de paso para ir a dictar clases en la Universidad". Será que el chico se moviliza en helicóptero porque donde dicta queda en dirección totalmente opuesta. No importa. "¿Sabes que la mamá de Lucho está muy grave?" le pregunté. "No, para nada". Otro de los procedimientos "internos". Nadie sabe nada de nadie en aplicación a la "santa discreción".

 

Recuerdo que después de los "círculos breves" se nos leían avisos que venían de la Comisión o propios de la Residencia donde vivíamos. Tales como: hay que dejar la ropa sucia tal día, pongamos más énfasis en conseguir cooperadores para las necesidades de la Obra, etc., pero nunca, jamás, ni por asomo escuché un: recen por la salud de la madre de tal o del padre de cual.

 

Así pues, aquello que Escrivá denominó cara al exterior como "dulcísimo precepto" de amar a papá y mamá no pasa de eso. Un dejarlo en el papel y un par de anécdotas de aquel santo varón.

 

Nicanor

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