Un saludo y gracias por las luces que vais esparciendo para quien se siente aún en oscuridad. He leído con asiduidad los testimonios y me han ayudado muchas veces a retomar lo vivido y darle un nombre y un lugar entre las cosas de las que al fin se puede hablar.
Con la distancia de años y experiencias diría que lo esencial de lo que para mí supuso ser “de casa” se reduce a vivir una brecha interior siempre creciente.
Entramos por motivos que, de ser mantenidos, hacen imposible, o muy penosa, la permanencia.
¿Qué nos impulsó a embarcarnos?: Dar la vuelta al mundo como a un calcetín, poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas, recristianizar la sociedad…
¿Y qué pasó nada más cruzar el umbral?, inadvertidamente al principio pero llenando de desazón cada uno de los días a medida que tomábamos conciencia (y cómo nos hemos resistido a esa iluminación hasta que finalmente nos cegó): se acabó el luchar por un ideal, sólo queda “obedecer ciegamente” a las indicaciones –a todas las indicaciones que llenan la vida toda- sin levantar ya nunca la vista de las normas, reglamentos e instrucciones hacia esos horizontes con que soñábamos.
Dejamos de ser agentes de transformación en el mismo momento en que nos decidimos a serlo y nos convertimos (nos convirtieron) en piezas ciegas y mudas, intercambiables y no merecedoras de confianza, para cumplir los designios de… ¿quién?, ¿la megalomanía de éste?, ¿el narcisismo de aquel?
Y mientras tanto nos rompíamos por dentro en el intento de ser fieles a voces contradictorias que provenían de la misma fuente:
- vienes a cambiar el mundo / vienes a someterte, rendir el juicio, no preguntar, no pensar
- somos la aristocracia del amor / no cabe la amistad entre nosotros (ni, añado, con los de fuera)
- sois libérrimos / obedecer o marcharse
- no hay menores aquí / consúltalo todo, aguarda el permiso del superior para todo
- confío en tu palabra más que en la de cien notarios (¿o eran mil?) / registro cada detalle de conciencia al que tengo acceso para que nada escape a mi control
¿Cómo se aprende a vivir con dobles vínculos? Gracias Señor porque no supimos, no pudimos.
Mara
