Las campanas.- Rocaberti
Fecha Monday, 13 September 2010
Tema 090. Espiritualidad y ascética


Hola a todos:

            La lectura de la segunda de las cartas de las campanadas, me ha llevado a reflexionar sobre el juego que representaba el Opus Dei para su fundador: ¿A qué jugaba? Por una parte, centra la novedad de su espiritualidad en la santificación de la vida ordinaria y la naturaleza sacerdotal de los laicos; por otra parte enraíza su Obra en la tradición clerical más carca, especialmente la praxis jesuítica del siglo de oro: autoanálisis, exposición de la conciencia a los superiores y obediencia mental. Nada del contenido de esta carta es propio de la vida de los laicos, que se distinguen de los religiosos por la ausencia de votos en su vida, y en no dar al contenido de los tres votos un valor especial. La castidad, la obediencia y la pobreza son virtudes generales, pero para los religiosos son especiales, ya que se viven no solo por la fuerza de la virtud, sino de los votos.

            Esta es una carta que estaría bien en la pluma de un prepósito general de la Compañía de Jesús, pero no en una organización laical, que debe tratar a sus fieles como pueblo de Dios, pero no como parte del mundo eclesiástico. Ni para los curas vale, ya que al ser seculares, tienen una libertad de pensamiento que hace esta carta incompatible con su forma de ser. Ningún obispo se atrevería a tal dislate.

            Monseñor Escrivá trató su obra como algo propio, y le dio este carácter tan de él, de obra pilla: parecer una cosa y ser otra, conceder sin ceder, ser y no ser. El fin de la obra no fue otro que el de su fundador y toda ella rezuma su forma de ser y su carácter. Si se hubiera presentado como la Obra de Escrivá, hubiera sido una institución más, sujeta a la crítica, a dar cuenta de sus actos. El tuvo una idea genial: sustraerla de toda contingencia y hacerla Obra de Dios, con lo cual debería ser reverenciada y adorada como emanación de la mente divina, pero solo Escrivá y sus elegidos serian participes de esta luz sobrenatural; para los demás las tinieblas más oscuras. Únicamente a través de él y sus directores se podría llegar a participar de las interioridades trinitarias. Menudo panorama. La propia conciencia queda anulada en beneficio de esta luz jerárquica, a la que uno debe doblegar su libertad, su pensamiento y su conciencia. Así se explican las maldades que hacen tantos directores, ya que son seres sin conciencia, para quienes la obediencia y la unidad de la Obra está por encima de todo.

            Cuando a alguien le incitan a entrar en la obra no le dicen que según su fundador: "en nuestra familia todos tenemos la obligación de decir lo que pensamos, con sencillez, con respeto y decididos a obedecer después sin restricciones mentales" Menuda organización desorganizada formada por laicos corrientes “a quienes no se les modifica su estatus laical”. Menudas virtudes cristianas para cambiar el mundo, a no ser que el modelo a seguir sea el de un siquiátrico.

            Un saludo.

            Rocaberti









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=16695