Me enamoré siendo numerario ¿Soy infiel a Dios?.- Nicanor
Fecha Wednesday, 08 September 2010
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad


Me enamoré siendo numerario ¿Soy infiel a Dios?
Segunda parte de “Un numerario enamorado
Nicanor, 8 de septiembre de 2010 
 

Hasta donde me explicaron dentro de la Obra, los numerarios no éramos religiosos. Es más, quien pidiera la admisión al Opus habiendo pertenecido a alguna orden religiosa -de cualquier forma- debe ser con autorización expresa del Prelado. Todos sabemos que los sacerdotes, religiosos (Dominicos, Jesuitas, Franciscanos…) y laicos consagrados, por su condición ministerial de votos o consagración, han de guardar lo que se denomina “celibato apostólico” con el fin de poder dedicarse enteramente a fines apostólicos. Pero ¿Qué sucede cuando un numerario se siente atraído por una mujer?, ¿Es el mismo caso del esposo que “tiene otra”?...



Los que hemos sido numerarios del Opus, sabemos que nuestro compromiso fue contractual, un acuerdo de voluntades y, como numerario, estuve de acuerdo en ser célibe para dedicarme al apostolado, proselitismo y labores internas. También, el celibato tiene otro fin, que es atender el llamado del Prelado para que alguien, “si así lo desea” se ordene sacerdote y han de estar dispuestos - si es que "el Padre" lo dispone – a ordenarse como sacerdotes.

Cuando estaba en el Club juvenil Saeta, me desagradaba la híper lógica infantil. Los chiquillos preguntaban: "¿Tú estás casado con la Virgen María?". Porque si las monjas son "esposas de Cristo", los numerarios lo serán de "la Virgen María" ¡Plop!

Otra: "Nico y ¿Por qué no te casas?", "Porque no quiero", era mi respuesta tajante."¿Y si te enamoras?", "Ya veré". Punto. Pero insistían. "Pero... ¿Te puedes enamorar?", "¡Claro que sí, de hecho estoy enamorado de Dios!"

Entonces, ¿Por qué mi amigo numerario enamorado me escribe: “Si he sido heroico en rechazar a mi enamorada ¿Por qué me siento tan desgraciado?” Fácil: porque actuó como un desgraciado con su enamorada pensando que era lo que debía hacer coaccionado por su Director, cura y toda la parafernalia llamada “formación humana y espiritual” que se nos inculca diariamente cuando somos numerarios.

¡He aquí los sofismas! El primer mandamiento de la Ley divina (amarás a Dios sobre todas las cosas) está en relación directa con el llamado universal a la santidad, asunto que no es “novedad” ni "descubrimiento" del Opus Dei en el siglo XX como ellos presumen. Ahora bien, dicen los Estatutos del Opus Dei: “La Prelatura se propone la santificación de sus fieles, según las normas de su derecho particular, mediante el ejercicio de las virtudes cristianas en el estado, profesión y circunstancias propios de cada uno, según su espiritualidad propia que es plenamente laical” (I, 2, 1). ¿El celibato es una virtud?, ¿La castidad es propia de una espiritualidad laical? Siguen los del Opus afirmando que la virtud de la “castidad” para un numerario es obligación de celibato (Ref. Catecismo del Opus Dei, 155). Primera confusión: el celibato es una virtud.

Por otra parte la condición "ordinaria", “de mentalidad laical”, de ser “común y corriente” de un fiel numerario o de un agregado, en la praxis, es lo más opuesto a lo que se predica. ¿Un laico no consagrado puede enamorarse? La respuesta es evidente. Pero sigamos con la híper lógica infantil: ¿Un fiel numerario o agregado, que se ha comprometido voluntariamente a ser célibe puede enamorarse? La respuesta sigue siendo positiva. ¿Cómo se explica esto? Porque todos los que nos acercamos al Opus lo hicimos bajo esta premisa: “La misión propia de la Prelatura del Opus Dei es promover la búsqueda de la santidad y el ejercicio del apostolado en medio del mundo, a través del trabajo profesional y de las demás circunstancias de la vida ordinaria” (Ref. Catecismo del Opus Dei, 3). Siendo lo ordinario que un hombre se enamore de una mujer y lo no ordinario que no suceda o suceda con alguien del mismo género.

Viene la segunda confusión: el compromiso de amor a Dios pasa a entenderse como amor a la vocación y amar la vocación (llamada particular dentro del estado laical, como dicen los del Opus) es amar el invento de Escrivá. Amar el invento de Escrivá es lo mismo que a la persona del Fundador porque ambos son lo mismo. Por lo tanto, el numerario o agregado es célibe no por amor a Dios sino por amor a Escrivá. Así pues, el numerario o agregado es como un religioso o un cura sin sotana. Algo que repugnaba al mismo Fundador pero que en la práctica viven y piensan como tal. Nuevamente, la persona de Escrivá De Balaguer está por encima del Amor a Dios.

Si un numerario o agregado se ciñe a estas dos premisas es lógico que sienta esa “traición” al enamorarse de una mujer. No le cabe en la cabeza que sigue siendo laico, que nunca se ha consagrado, que no ha hecho votos. Lo único que retiene su condición célibe es un “sí, quiero serlo” y puede resolver su asunto con un “ahora no quiero serlo”.

Aparece inmediatamente el tercer sofisma: el vínculo. Dirán los del Opus “El vínculo de los fieles con la Prelatura no es de naturaleza contractual (…) De naturaleza contractual es la declaración que causa ese vínculo” (Catecismo del Opus Dei, 11). Es decir, la forma es de contrato y la vinculación de sometimiento a los Estatutos. El meollo del asunto radica en la causa del vínculo: la libertad de optar por el Opus como un “camino de santidad” dentro de una infinidad de caminos. Así pues, si me vinculé con la Prelatura para alcanzar la santidad con un compromiso de celibato, puedo –con toda paz– desvincularme de la Obra para alcanzar la misma santidad de otro modo. Esto que suena tan bonito, en la práctica no sucede. La vinculación se convierte en una “camisa de fuerza” y se entenderá dentro del Opus como un “compromiso de por vida”, invariable, inmodificable. De allí el tremendo sentimiento de culpa cuando uno se enamora. Porque se sostiene que la vocación es para siempre. De ser así el caso, yo y los miles que escriben y leen esta Web siguen siendo fieles de la Prelatura de hecho pero ya no de derecho. El enamorado se siente “traidor” porque la vocación es casi un Sacramento como el Bautismo, la Confirmación o el Orden Sacerdotal.

Entender de esta forma la “específica determinación de la vocación cristiana” que “no saca a quien la recibe de su estado y condición en la Iglesia y en la sociedad civil” (Ref. Catecismo del Opus Dei, 14) raya en la herejía: sólo se puede ser santo a través del Opus Dei, sólo se puede ser santo desde la castidad entendida como celibato, la vocación al Opus Dei es para toda la vida ¡No! La vocación es a la santidad, no al Opus Dei.

Es importantísimo que numerarios y agregados tengan esto en cuenta. Lo que sostenía Escrivá como "mentalidad laical y alma sacerdotal" no tiene nada que ver con una condición célibe. Si así fuere, la Prelatura no tendría supernumerarios.

Creo haber aclarado algunos sofismas que arrastran los numerarios y agregados que se enamoran y se sienten repletos de culpa por infidelidad. Termino planteando algunas preguntas al lector: ¿Por qué no se puede ser supernumerario desde la adolescencia?, ¿Por qué todos los que "pitan" antes de alcanzar la mayoría de edad siempre serán como numerarios o agregados?, ¿Por qué se verán forzados los "aspirantes" a dejar sus enamoradas como condición indispensable para "pitar"?

Concluyo con otra pregunta que me hacen respecto a la vida de los “ex” que “se portan mal” al dejar el Opus: ¿se volvieron polígamos, ateos, gays, panteístas, heterosexuales, etc.? Lo más probable es que ya lo eran al estar dentro, únicamente que "reprimidos" en su expresión formal. Así es el mundo real y no el ficticio que presenta la Prelatura para sus fieles numerarios y agregados. Y, ¿Eso es bueno o malo?, ¿Por su “infidelidad” fueron castigados en convertirse en “monstruos” de la sociedad? No lo sé, lo único que dice el Mesías es: "les digo que los publicanos y las prostitutas entrarán delante de ustedes en el Reino de Dios" (Mt. 40, 21-32).

Nicanor
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