El pasado 23 de agosto se publicó la carta “alucinando en colores” de Pedro, que ha reproducido en su nuevo blog “papeles en libertad”. El título del blog sintetiza como siente y vive su situación actual.

Y su carta me ha dado que pensar. Pedro alucina con los ex-miembros del Opus Dei que después de su salida, mantienen una relación con el Opus. Sea como cooperador, supernumerario (si antes fue numerario), o cura ex-agregado. Afirma que “no se adonde va la Iglesia con gente que no tienen ni el amor de Dios ni la imaginación para montárselo por la propia cuenta, siendo y aprendiendo a ser hijos de Dios responsables de su propia vida interior y de su propia santidad, buscando ideas nuevas, caminos nuevos y fuentes de agua clara…”

En su escrito, descalifica la decisión de esos ex-miembros de seguir manteniendo alguna relación con el Opus Dei: "preguntarse cómo voy a estar en la Iglesia a partir de ahora. Y que voy a hacer. Que iniciativas voy a tener. Como voy a tratar a Dios. Que voy a hacer por la Iglesia. No. De eso nada, que pensar sale muy caro y hace mucho calor. Que lo mejor es lo de siempre”, “que eso de tener responsabilidad y personalidad que está muy caro”.

Tras la lectura de su escrito, me ha quedado la impresión de que valora la conducta de esos otros ex-, usando como regla de medida su ideal espiritual. Pero ¿es este ideal mejor que el de los otros? No parece posible demostrar que sea el mejor, ni que el de esos otros ex- sea peor. Por supuesto, tampoco al revés, como parece que alguien le sugirió, según cuenta: “Y entonces si alguien se anima a montar algo, o te dicen vente "pa" acá o vente "pa" allá, no sé, una charla o un retiro, o unos tíos que montan retiros y hacen cosas, te miran por encima del hombro y te dicen, "mira chaval a mí lo que me van son las cosas grandes". Y se te quedan mirando como John Wayne al malo.”

Pedro ha decidido arriesgarse, tener iniciativa, buscar algo nuevo y distinto para su vida interior y esto, dentro de la Iglesia. Es una opción legítima. Esos ex-miembros, al continuar relacionados con el Opus Dei, pueden haber preferido cierta garantía de seguridad para su propia vida interior.  También es legítimo. Creo que ambas decisiones son igualmente respetables. No veo que escoger seguridad sea una opción mala o peor, como podría sugerirnos el escrito de Pedro.

Hay otras opciones posibles, no sólo las anteriores. Algunos ex- han contactado con otros grupos, y les va bien. Otros van por su cuenta en su parroquia, pues no han encontrado nada en la Iglesia y, además, están escaldados, por muchos años, de la experiencia de pertenecer a un grupo cristiano.

Cada uno elegimos lo que nos parece mejor para nosotros, que no tiene porqué coincidir con el mejor de los otros. Dependerá de nuestras circunstancias y de nuestra forma de ser. Lo bueno para mí, no tiene porque ser bueno para otro.

Creo que el concepto de la espiritualidad de Pedro no es la referencia para valorar las elecciones espirituales de los demás. Pedro puede tener una convicción subjetiva muy fuerte sobre la perfección de su ideal espiritual. Pero eso no la convierte objetivamente en la mejor, ni en peor a las otras. En este campo, pienso que hay una completa libertad, la verdadera libertad de los hijos de Dios. Por ello, con toda mi estima personal, entiendo desacertado su último escrito.

Daniel_M.