Querida Carmen Charo:

De esto ya hemos hablado varias veces, incluso en deliciosas charlas telefónicas, de las que me ha quedado el convencimiento de que además de inteligente, eres una gran persona y excelente conversadora.

Parece que Panikkar no dijo ni media palabra más sobre el Opus, al menos aparentemente, a lo mejor sí las dijo y simplemente “se perdieron” o, peor aún, cayeron en saco roto. Como muchas cartas que han llegado al Vaticano, una mía, y finalmente “no han llegado”. Supongamos que sí las dijo, supongamos que arropado en su categoría sacerdotal elevó ante su obispo, o directamente ante la jerarquía vaticana las oportunas denuncias sobre lo que todos sabemos acerca del lado oscuro, y es aquí motivo de diálogo y análisis. ¿De verdad, de verdad, crees tú que alguien le iba a hacer caso a un sacerdote medio indio, medio catalán, que decía ser budista e hindú sin dejar de ser católico, que dictaba unas clases originales y audaces en universidades gringas (¡horror!) y que para más sospecha había dejado el opus, abanderado del dogma y la tradición?

¿De verdad, de verdad, hay alguien todavía que crea que la jerarquía vaticana no sabe exactamente todo lo que pasa con pelos y señales en el lado oscuro? ¿No sabe alguien que los servicios de información vaticanos son de los mejores del mundo, comparable con los británicos o judíos? En el muy improbable caso de que en el Vaticano no supieran, que lo saben, todo lo que hace y deshace el opus, la ignorancia sería totalmente culpable y por lo tanto no les eximiría de pecado, ni de responsabilidad de ninguna forma.

Si el fallecido Panikkar, no dijo públicamente (en privado, vaya usted a saber) nada sobre el lado oscuro, supongo yo, pero es solo una suposición, debió ser porque, siendo mucho más listo que yo, ya sabía de sobras lo que vengo diciendo, seguramente lo sabía con mayor certeza y evidencia. Los jerarcas y burócratas del Vaticano (en adelante jbV) no están motivados, no tienen incentivos, para sacudirle al opus. Adicionalmente, a estos señores jbV, las almas (individuales y en conjunto) les importan menos que su cena de hoy. Hacer justicia a Carmen Charo y sus semejantes no está en su lista de prioridades. No es que esté en un lugar bajo, no está. Las denuncias de Carmen Charo y sus semejantes solo les inquietarían (a los jbV) si es que pusieran en peligro su cena (el coche, las vacaciones, la atención médica en la U de Navarra, el pisito de lujo, el ordenador de última generación y otras cositas diversas muy importantes para ser un ejemplar discípulo de Jesús) o sus conexiones con el poder. Seguramente Panikkar tuvo otros motivos (además o diferentes) que alguna otra persona más cercana a él nos podría revelar.

Sin embargo, no te desanimes, que esto no va a durar para siempre. De momento los jbV obtienen del lado oscuro más beneficios que inconvenientes, por lo tanto no hay incentivos para actuar en contra del dark side. Cuando llegue el momento, que llegará, que los jbV crean que les beneficiaría más sacudirles que protegerles, lo harán y sin ningún miramiento. Te asombrarás y creo que hasta te dará pena. Ya sé que esto suena un poco economicista, pero así son los jbV. Si alguien no me cree, simplemente analicen los recientes hechos y reacciones de los jbV a propósito de la pederastia en algunos curas. Está clarísimo.

Lo tuyo Carmen Charo, sin embargo, es un trabajo muy meritorio, que está exponiendo a la vergüenza pública el impresentable comportamiento de los jbV. Estoy convencido que no va a surtir ningún efecto, pero tú sientes que debes hacerlo y yo te admiro por ello, y te apoyo porque al final tienes que seguir lo que te dicta tu conciencia valiente por ser cristiana.

Por otra parte, pienso que cualquiera que pueda aportar información sobre el paso de Panikkar en el opus nos dará sabrosísimos temas de conversación, porque desde luego ese hombre debió dejar huella, sin duda, especialmente en su fundador, para quien debió ser una piedra en el zapato y una tortícolis. Ánimo para contar anécdotas de aquellos irrepetibles momentos.

Con todo el cariño que sabes que te tengo.

Dionisio