Panikkar, y no Escrivá, me metió en el Opus en aquellos años cuarenta en los que en la Facultad de Derecho de Madrid el padre Llanos vendía solidaridad y Raimundo intelectualidad a los chicos piadosos.
Cuando le volví a ver, ya ambos fuera, le reproché no haberme avisado de su salida para haberme marchado antes. Era el único teólogo de la cosa y disfrutaba de la envidia del jefe que no paró hasta echarle. Panikkar tuvo una vida intensa hasta su muerte. Era muy mujeriego y super sociable. En la Universidad de Santa Bárbara, su último empleo, destacó por su versatilidad e imaginación creadora aunque necesitaba de quien ordenara su biografía y mejorara su rendimiento. Deja una viuda, un hijo adoptado, indio como él y miles de ideas, expresadas en libros y en conversaciones. No creo que le lloren mucho en el Opus aunque el Vaticano consideró en su día que Raimón era el único miembro prestigioso y presentable de la institución.
Alberto Moncada