Un día muere un fraile franciscano, sube hasta las puertas del cielo y llama.

- ¿Quién es?, responde S. Pedro.

- Soy el hermano Alberto, de la orden franciscana.

Entonces S. Pedro le abre la puerta, dejándolo pasar sin más ceremonias.

Pasan las semanas y el fraile está tan feliz en el cielo, cuando un día paseando cerca de la puerta, se encuentra que han extendido un gran alfombra roja, esta todo decorado con flores y el coro celestial de ángeles está ensayando para dar su mejor nota, pregunta a que se debe todo esto y le responden que están preparando el recibimiento a un numerario del Opus Dei.

Se queda todo extrañado y va a buscar a S. Francisco el fundador de su orden, lo encuentra jugando al poker con S. Ignacio, S. Domingo y S. Francisco de Sales y lo aborda directamente sin más preámbulos.

- Padre, pase que los del Opus Dei tuvieran privilegios en la tierra, pero siempre creí que en cielo eramos todos iguales y a mi dejan pasar sin ceremonias ni nada, pero a uno del Opus le montan el mejor recibimiento, ¿como puede ser?.

- Hijo mio, dice S. Francisco sonriendo, todas las semanas viene al cielo por lo menos uno de los nuestros, sin embargo para un numerario del Opus Dei que viene, hay que celebrarlo.