Opus: al final es un problema de perspectiva.- Ramón
Fecha Monday, 23 August 2010
Tema 010. Testimonios


He leído con interés el artículo sobre las nuevas directivas en el Opus. Es fascinante la negativa del ser humano a dejar de mirarse el ombligo.

 

El Opus, no lo olvidemos, fue fundado por un cura. No hay nada malo en ello, pero es casi inevitable que surjan conflictos cuando un cura –acompañado por unos estudiantes célibes que le rinden pleitesía- crea un instituto laical. Sin querer, salen los tics del líder. Esos tics son preconciliares (pre Vaticano II), autoritarios (como la sociedad de la época) y fraileros (ídem). Lógicamente, la cosa nunca acaba de funcionar, y esto es producto además, de querer ser un laico “normal” y a la vez “excepcional”. Pero el lío no acaba aquí: sus principios son inamovibles, con lo cual corregirlos es anatema...



A mí no me parecen mal per se algunas cosas que se hacen en el Opus. Ellos mismos lo dicen: son prácticas comunes en organizaciones fraternales y carismáticas, que quieren funcionar como familias. Esto es lo que hacen o hacían los frailes y curas al consagrarse:

 

- Optar por el celibato (para mí, lo más j..... de todo)

- Algunos, cambiar de nombre.

- Donar sus bienes a la institución.

- Abandonar sus puestos en la vida “civil”.

- Renunciar a un salario.

- Ponerse a disposición de la orden para que les envíe a cualquier parte (¿a alguien le suenan los misioneros?) o para cambiar radicalmente de estudios, orientación vital, etc. (p. Ej. al teólogo Jon Sobrino SJ, que quería hacer filosofía, le mandaron ingeniería).

- En clausura, no hablar con la familia, no visitarla y a veces ni hablar con los otros frailes.

 

Además, todo esto tenía sentido, en su día, desde una visión negativa del mundo, del que era mejor alejarse. Se entraba con todo se salía en ataúd o con lo puesto. Los tiempos han cambiado, también la visión del mundo y estos asuntos, que no afectan al núcleo de la fe ni de la vocación, se han relajado: las monjas de clausura van al ambulatorio, los curas tienen tarjeta de crédito y si cuelgan el hábito, no pasa nada, son bien recibidos por sus hermanos.

 

Esto de la normalidad, no le parece bien al Opus. Ve que tiene que cambiar, pero en su DNA está cambiar sin cambiar: es la mimesis, pero no la evolución genética. Por eso los cambios son cosméticos, de cara a la galería.

 

Flanpan destacaba una nota sobre la captación de socios “con el permiso de los padres”. Es decir: como me critican por captar chavales imberbes, lo voy a hacer con permiso paterno. Si los padres son del Opus, pan comido. De todos modos, si no me dejan captarlos, como son adolescentes, mejor: nada les gusta más que llevar la contraria. Veamos: captar adolescentes o niños era moneda habitual hace años. Era habitual, sobre todo entre la gente más pobre, enviar hijos al seminario para que estudiaran, y luego, si se quedaban, mejor que mejor. Fray Luis de León entró al convento con 12 años. Todo esto, gracias a Dios, se acabó. Pero hoy, muchas órdenes no aceptan seminaristas menores de edad, y algunas diócesis, por debajo de los 21 años. Se trata de formar gente hecha, y evitar las decepciones, frustraciones e invertir recursos a lo tonto. Pues nada, en el Opus se trata de hacer lo contrario, eso sí: con papeles.

 

Ídem puede decirse de la comunicación de lo que se cuenta en confidencia. Es lógico que en una institución donde se comparte la vida, si además no se tiene pareja, se hagan confidencias sobre temas importantes a otras personas. Lógico es que esa confidencia la conozcan otras personas (pocas) que tienen responsabilidad sobre el que comunica para poder ayudar mejor. Lo que no se entiende es por qué esa confidencia deba quedar registrada, y menos aún ir a un fichero central. O por qué se debe duplicar: confesarse y luego contarlo al responsable, etc. Tampoco se entiende que en un sitio de “hermanos” la confidencia se haga con uno sólo, por ser el jefe. Lo lógico sería hacerla con un grupillo pequeño de los que se conocen. Vamos, lo que se hace en muchas parroquias. Esto no es incompatible con el acompañamiento espiritual individualizado (dejemos ya la “Dirección”). Vuelta la burra al trigo: si nos acusan de llevar registros, decimos que ya no se va a hacer. No se preguntan si eso es bueno, o ético, ni siquiera si es legal, o si merece la pena cambiar el mecanismo de comunicación personal: la cosa es cambiar el motivo de la queja.

 

Qué decir del tema de la mujer, donde las hay de primera instancia y de segunda: ¿cómo puede, en una institución cristiana, destinar vocaciones de vida religiosa a las tareas domésticas, de por vida, haciendo una vida separada de otras? En los conventos, hay división de tareas y de jerarquías, pero todas las monjas acuden a los oficios a la vez, llevan el mismo hábito, etc. Aquí los cambios son del pelo de “ahora las mujeres pueden llevar pantalones”. Pa’ caerse de la risa.

 

Y por no aburrir, el tema del dinero, que es donde más nos duele. No me parece mal que sea obligatorio aportar dinero a cualquier organización, y sobre todo, si alguien se entrega en cuerpo y alma, que entregue todo su salario. Por ejemplo: si, tras ser seleccionado, voy de voluntario con la Fundación Vicente Ferrer, tengo que pagar el viaje, y sólo me dan la comida y el alojamiento. Es admirable, no encuentro palabras. Lo que es inexplicable es que el que está en el Opus y entrega todo, no cotice a la Seguridad Social. Ni tiene explicación que ese alguien no tenga una salida, que en correspondencia no pueda llevarse nada, no se le ayude (y no me refiero a darle para un billete de autobús). Lo lógico es que el Opus tenga fondos preparados para esta eventualidad, o ayuda al empleo, o... ¿Le faltan recursos?

 

Creo, en el fondo, que es un tema de perspectiva, de importar más los fines cuantitativos, de poder, de prestigio, que la verdadera profundización en la vida cristiana de los miembros.

 

Por tanto, creo que es por ahí por donde vendrá la reforma del Opus Dei: por reclamarle lo que debe a las personas en justicia, primero el dinero, y eso traerá tras sí la avalancha de cambios irreversibles: se tratará a las personas de otra forma, porque las leyes, con todos sus defectos, están ahí para humanizar la sociedad. Al fin y al cabo, todo está interrelacionado. Si el Opus debe pagar la Seguridad Social y los estudios de un “seminarista” de 16 años, que se lleva a Matalascabrillas, ya veríamos a cuántos captaba y a cuántos separaba de su familia. Si tiene que crear un fondo de pensiones para las Nax, íbamos a ver cuántos centros creaba.

 

Siento ser tan economicista, pero creo que es la única palanca que mueve a algunas personas.

 

Dios os guarde. Feliz verano.

 

Ramón.







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