Otro santo que dejó la vocación (7).- hormiguita
Fecha Monday, 19 July 2010
Tema 020. Irse de la Obra


En esta ocasion, tenemos un santo que no abandonó una orden religiosa por otra, sino que cambió de estado de vida.

San Simeon el Loco, fue anacoreta y eremita durante unos 30 años. En el siglo VI, y después de treinta años de vida de meditación y soledad, Simeón se sintió impelido a dejar aquellos parajes del desierto de Siria, y quiso volver al mundo para trabajar directamente por la salvación de las almas. Regresó a su ciudad natal. Al pasar por Jerusalén meditó largamente ante el Santo Sepulcro sobre los peligros que podía acarrearle su nueva vida. Le parecía que había dominado todas las tentaciones que le habían asaltado en la vida eremítica. Sólo de una cosa dudaba: del amor propio, del orgullo.

Es interesante lo que sigue... Por esto, deseo alargar un poco el relato de su vida.

Simeon meditaba: ¿En todas aquellas austeridades y rigores, no estaría de por medio la soberbia, el deseo de ser considerado como el mayor de los santos?. Para cortar de raíz este peligro, ideó un método original: hacerse pasar por loco. Y empezó sin demora. Entró en Emesa arrastrando de su cinturón un perro muerto que encontró en el camino. La gente debio reirse de él.

El domingo entró en la iglesia bien provisto de nueces, y empezó a arrojarlas contra las velas, con tan buen tino que las apagó todas. Y así otros disparates.
A mi me hicieron una corrección fraterna una vez, por "falta de naturalidad al encender las velas del oratorio". Qué pena no haber conocido el ejemplo de San Simeon entonces. En los siguientes dos años no encendi las velas en el oratorio. El que me hizo la cf, no sabia, que habia encendido las velas haciendo un acto de amor. Solo se fijó en mis rudos gestos y las formas externas.

El Martirologio Romano dice de San Simeón: "Se hizo necio por Cristo, pero Dios reveló con milagros su alta sabiduría". San Juan Clímaco decía que el orgullo del espíritu es la bestia más feroz de los desiertos. Por eso Simeón trataba de encubrir su virtud bajo el velo de la locura. Murió San Simeón hacia el año 590, después de realizar muchos milagros.

Me gusta el ejemplo este santo, porque choca de lleno con el formalismo -para mi asfixiante- de la praxis de santidad que enseña el Opus Dei.

Y a los que llevan 30 años dentro, creo que nunca es tarde, si uno siente el deseo de cambiar de vida. La Iglesia no condena cambios de vida. Solo el Opus Dei, -que se inventa un pecado mortal-, cuando dice en su catecismo, que pecan de materia grave quienes se van sin obtener la dispensa. Habria que denuciarlo a la Iglesia. El inventarse pecados mortales, y ponerlo por escrito, es una coacción psicológica. No creo que Dios lo acepte de ninguna forma, pues dijo "no juzgueis".

hormiguita









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