La actitud del Opus Dei hacia los ex numerarios
Carlo María, 25 de junio de 2010
El Opus Dei fue fundado en 1928 por J. Escrivá, contando actualmente con unos 85000 miembros, de los que hay unos 4000 en Italia, está formado por sacerdotes, numerarios y numerarias célibes, supernumerarios y supernumerarias casados y tiene una configuración jurídica particular en el ámbito del derecho canónico.
Si tuviera que dar una nota personal sobre cuál ha sido mi experiencia como numerario, hace unos veinte años siendo estudiante universitario, diría esencialmente que esa pertenencia para mí podía corresponder a una necesidad que sentía entonces pero que ahora, con más de cuarenta años, he superado...
En cuanto a la actitud de la institución de que estamos hablando hacia los ex numerarios, diría que una característica particular suya está constituida por el hecho de que, ya desde los primeros tiempos, ha sido objeto de dudas y distanciamientos también desde el interior de la misma Iglesia católica, con la acusación de rigidez doctrinal, de incomprensibles limitaciones culturales impuestas a sus miembros, de reducción de la fe cristiana a un conjunto de prácticas rituales, de reducción de la caridad cristiana a un proselitismo en favor de la asociación, de sumisión de la mujer y de secreteo respecto a los que pertenecen a ella y a sus actividades.
Una característica posterior peculiar de la institución de que hablamos es por un lado la embarazante hemorragia de numerarios y numerarias, o sea de los papeles directivos que, antes o después, dejan de formar parte de ella, por otro lado el singular privilegio de estar sometida a críticas radicales precisamente por aquellos que han formado parte de ella, pero que han tenido la gracia de salir de ahí, los cuales no hacen sino repetir, en sustancia: “estad atentos: nosotros hemos tenido un conocimiento directo de esto, y lo que se dice aquí es verdadero”.
Por tanto tratemos de examinar la actitud de la institución hacia las críticas procedentes de aquellos que han vivido allí dentro como célibes durante algún tiempo: quizás pocos saben que está dotada de un servicio interno, estructurado a nivel nacional y central, llamado “aop”, apostolado de la opinión pública, que en Roma tiene también una oficina de prensa para el exterior: una especie de “opinion making”.
En el interior de la institución vige un silencio total hacia los que han salido de ella.
En las relaciones exteriores, el servicio aop entre otras cosas se ocupa de distinguir la atención de la opinión pública sobre las críticas manifestadas desde el exterior de la Iglesia católica, de sectores diversos de la Iglesia o, precisamente, de los llamados “ex”.
El instrumento empleado es muy simple: poner en duda su credibilidad evitando responder a las críticas propuestas, evitando cualquier enfrentamiento recíproco o público, y repitiendo que, en sustancia, se trata de opiniones aisladas, procedentes de quien, después de haber sido atraído por la perspectiva de un cristianismo vigoroso, no habría sabido hacer frente, por limitaciones personales, a las necesidades de una vocación tan exigente.
Los “ex” replican que, por el contrario, se trata de quien, después de haber sido atraído por la perspectiva de un cristianismo vigoroso, no se ha dejado someter al guión más allá de un cierto límite.
En segundo lugar, que sería oportuno una serena y leal discusión sobre el meollo de las críticas manifestadas.
En tercer lugar que, a diferencia de lo que pudiera parecer hace solo veinte años, no se trata en realidad de opiniones aisladas: en la era de internet ya no resulta posible ignorar los cientos de testimonios detallados y coincidentes en sentido negativo procedentes de “ex” numerarios de todo el mundo, ya que presentan contenidos graves, precisos y coincidentes en una sola dirección; como tales, como dicen los juristas, tienen valor probatorio.
Efectivamente, en la web española www.opuslibros.org se recogen centenares de testimonios negativos, y en secciones apropiadas están publicados incluso el índice interno de los libros prohibidos y los textos de las publicaciones internas a las que no se permite el acceso ni siquiera a la mayor parte de los miembros numerarios.
En cuanto al distanciamiento de otros sectores de la Iglesia católica, hay además quien supone que se puedan referir precisamente al cristianismo según Escrivá las palabras con las que el card. Martini, en el libro Le ali della libertà (NT: Las alas de la libertad), Piemme Milano 2009, comenta así el pasaje de los Hechos de los Apóstoles (Act 20, 30) en que san Pablo dice incluso en medio de vosotros surgirán algunos que enseñarán doctrinas perversas para atraer discípulos tras sí”:
Para nosotros hoy una doctrina perversa es aquella en que se toman las cosas con superficialidad, pero una doctrina todavía más perversa es la que exagera las exigencias de la santidad, es la que impone actos de ascética y de devoción absurdos, casi heroicos, en las espaldas de la pobre gente.
En todo caso la aritmética parece volverse contra el Opus Dei: a la muerte de Escrivá en 1975, los miembros declarados eran 62000, ahora son 85000. Significa que, a pesar del matiz agresivamente proselitista y el reservorio de adhesiones constituido por los hijos de los miembros casados, desde finales de los años 30 al 1975 se ha tenido un incremento medio de más de 1600 “miembros” al año, mientras que en los 35 años desde 1975 hasta hoy se tiene un incremento de 23000, solo 650 de media al año.
Por tanto sólo un tercio, con una progresión que no es geométrica, ni siquiera solamente aritmética.
Hay que añadir que de estos el 90% están concentrados en España y en los otros países de lengua española (Méjico y América del Sur), mientras que sólo el 10% restante está distribuido por Italia aproximadamente la mitad (sobre todo en Milán, Roma, Nápoles y Palermo), otra mitad en los Estados Unidos (con una concentración marcadamente inferior), y en el resto de Europa y del mundo, incluso occidental, la presencia es numéricamente irrelevante.
Milán, 15.6.10
Carlo María
(Texto original en italiano)
