En relación a lo publicado por Brian el pasado 11 de junio sobre el Instituto de Verbo Encarnado (IVE).
El motivo “público” por los que en el 2001 el comisario pontificio, entonces obispo de Posadas, numerario del Opus Dei, decidió cerrar las tres casas del Instituto en San Rafael (Mendoza) y trasladarlas a la diócesis de Segni (a 70 km de Roma) fue porque cada vez se tornaba más difícil la ordenación de sacerdotes- por no tener obispos que miraran de buen grado el Instituto por su tendencia “ultraortodoxa” (¿?)- También a su Superior el P. Buela lo trasladaron a Ecuador. Entre otros motivos que se barajaron para la fuerte medida cuentan: ocultar información al comisario pontificio incluyendo la interrupción de correspondencia (lo que era entendido como desobediencia a la Santa Sede) y resquemores por denuncias recibidas por los Obispos argentinos por “manipulación” o “coacción”, que hoy parecen haberse convertido en un clamor en varios países. Los rumores hablaban de envidia de los demás obispos “progres” que veían sus seminarios disminuidos mientras los del Verbo estuvieron siempre florecientes.
A este motivo lo escuché de boca del entonces comisario - hoy arzobispo de San Juan- , que por ese entonces iba al centro de estudios vecino de la comisión regional – y de la nunciatura-, siempre diciendo “será lo mejor para ellos!”, claro que en pequeños corrillos porque todo este tipo de información y actuación “eclesial” no era lo típico de la “mentalidad laical” y sin criticar ni dar detalles. Los otros motivos los escuché inevitablemente de amigos o chicos que iban por la labor y que terminaron siendo sacerdotes del IVE (conozco un par). Siempre me llamó la atención la profunda formación teológica que recibían (por lo menos en relación a la que recibía un numerario medio).
Y en el 2004 fueron erigidos como Instituto Regular de derecho diocesano por el arzobispo de Segni, eligieron al P. Buela como su Superior, aprovechando el cambio de Pontífice, y por lo menos en Argentina volvieron a sus tres casas “iniciales”.
Luego de 6 años, según fuentes oficiosas, la renuncia actual del P Buela parece ser motivada por denuncias hechas (aprox. diciembre 2009) en sede canónica por ex-miembros sobre abusos de índole física además de psicológica realizados por el P. Buela, y por un descargo no satisfactorio realizado por éste ante la Santa Sede (aprox. marzo 2010). De alguna forma se eligió la alternativa de “una salida elegante” para no afectar al Instituto que tiene reconocidos frutos, evitando así la “intervención” del Gobierno con los veedores pontificios que mencionaba Brian, y permitiendo que “sus propios órganos” elijan al nuevo Superior.
Creo que el tema es grave, por las secuelas en los miembros y ex miembros del Instituto que tienen fuertes vínculos indisolubles (se trata de sacerdotes o religiosos con votos hechos, que bien no encuentran diócesis que los incardinen o bien solicitan dispensa) También el impacto que puede causar en la Iglesia el hecho de que otro más de los “institutos ortodoxos” , de esa “sangre nueva” que surgió del Conc .Vaticano II, sufra embates como consecuencia de la inconducta de su fundador, dentro de la actual acusación y admisión pública de abusos que afectan desde dentro a nuestra Iglesia.
La expectativas de los kukú (es el apelativo informal de los del IVE) en relación a su fundador siempre eran las mejores “como en los Franciscanos con San Francisco, como en los Jesuitas con San Ignacio de Loyola y como en el Opus con Escrivá”(sic), por lo que también hay una “Grande Narrative” cuidadosamente elaborada, mantenida e inculcada de obras magníficas partiendo de humildes orígenes y frecuentes persecuciones, tendiente a ensalzar y “canonizar en vida” al P. Buela, o al menos, dejar todo listo para iniciar el proceso cuando muera. El problema es que “somos pocos y nos conocemos”.
Por el Pontífice anterior eran bien reconocidos los frutos de santidad del Instituto del Verbo Encarnado de 26 años de vida hoy, con casi 1400 sacerdotes, una Congregación y una “Tercera Orden” de cerca de 4000 laicos y labor en 31 países (Tajikistán como missio sui iure, Kazakhstán, Lituania, Rusia, Ucrania, Albania, Grecia, Tierra Santa, Taiwán, China, Egipto, Nueva Guinea, Estados Unidos, etc.), inclusive un monasterio en la diócesis natal de don Josemaría, Barbastro, que anteriormente era dirigido por claretianos. Hasta ahora la defensa es del estilo “por sus frutos los conoceréis” y también “el P. Buela pidió incomprensiones y persecuciones hasta el fin de su vida”, “todos son calumnias de ex resentidos que se fueron atrás de alguna pollera”.
Veían el traslado de los seminarios a Roma como una posibilidad de consolidar el Instituto y su régimen estando cerca de la Santa Sede, “como ocurrió con el Opus Dei en los ´50” decía el P. Buela.
Cualquier semejanza es pura coincidencia.
Beren
