Me llama la atención que Itaca presta a la biografía de Escriba. Probablemente, no exista un personaje público español cuya biografía sea más difícil de concretar, dado que las fuentes fueron controladas, manipuladas y racionadas por él mismo en vida, y luego sus continuadores mantienen un código de culto a la personalidad, ocluyendo cualquier testimonio no laudatorio o siquiera imparcial. 

Pero a veces, en arqueología se puede adivinar cosas por lo que no se dice, no se ve o por lo que se quiere decir: el tamaño y forma del cimiento nos pueden decir algo de las dimensiones y uso del edificio, y en resumen de su propietario o de la sociedad que lo originó.

Por eso, me extraña la insistencia de los hagiógrafos - biógrafos en el linaje de Escriba. Esto no es excepcional en las biografías de los santos, pero sí que lo es la intención con que se hace, en el caso de Escriba.

Me explico: cuando los biógrafos cuentan la vida de un santo, por lo general lo hacen para demostrar su parecido a Jesús, que "siéndolo todo, se despojó de su rango". Así, sabemos que algunos santos fueron poderosos nobles o ricos, que se renunciaron a su posición para seguir a Cristo: Francisco de Borja, Francisco de Asís, Benito de Nursia, Carlos Borromeo, Ignacio de Loyola, Juan Bautista de Lasalle... En otros casos, su pobre origen nos demuestra que Dios puede sacar santos de cualquier parte. Por este motivo, ha sido estudiado con interés el posible pasado judío de Santa Teresa. Qué decir de los apóstoles como san Pedro, un pescador, o la Virgen, una muchachita, probablemente analfabeta, de una aldea desconocida.

Es decir, en ellos el pasado importa, pero no para bien. No les añade grandeza, sólo los sitúa.

En el caso de Escriba, es al revés: se nos dice que viene de "linaje limpio y antiguo", como si esto fuera un timbre de gloria.

Para los no españoles, esto no significa gran cosa, pero profundicemos: hasta el siglo XVIII, en España reinaba la nefasta institución social de la hidalguía. Todo el que podía demostraba que era hidalgo, es decir, noble aunque fuera poco. Esto le libraba de impuestos y de castigos humillantes. Un requisito para ser hidalgo era no haber trabajado jamás, y en todo caso en el campo (ni en el comercio ni en oficios innobles como carnicero o curtidor), y tener limpieza de sangre. La limpieza de sangre consistía en no tener vestigios judíos o moros en su arbol genealógico. Era lo que se llamaba "ser cristiano viejo". Esto último es una gran barbaridad desde el punto de vista cristiano: a Jesús le da igual quién sea quién, o cual sea su tatarabuelo. Todos somos cristianos nuevos por el bautismo. La raza, la religión previa, el estrato social de origen para Jesús no importan NADA. Luego, empezaron a importar hasta el extremo de hacérselo pasar mal a la gente sospechosa de judaísmo, como el propio Cervantes.

Ni que decir tiene que estas costumbres impresentables tuvieron y tienen todavía consecuencias devastadoras sobre la sociedad española e iberoamericana. Pero a lo que vamos.

Por los motivos previos, me extraña la insistencia en la limpieza y nobleza, dando a entender que Escriba era de una familia de grandes señores, cuando en realidad eso no quita ni pone desde el punto de vida cristiano. ¿qué sentido tiene, en pleno siglo XX hablar de "limpieza de sangre" si no es desde una mentalidad cerrada, antigua, carca y antisemita? ¿para qué insistir en la nobleza si no es por una concepción de la sociedad retrógrada, premoderna y clasista?

En efecto, se trata del único santo que no sólo no rechazó los títulos, sino que se los peleó y curró en sobremanera. Que no sólo los ambicionó, sino que los cultivó, haciendo del Opus un reducto de la más compleja heráldica. Que se intente justificar esto de la forma que se quiera, ponerle todo el plumaje de agradecimiento a su padre o a su madre ¿?¿?¿?, no cuela.

Así que de lo que se dice manipuladamente o hagiográficamente de Escriba se deduce algo, también. Probablemente que parte de su mentalidad estaba anclada hace 200 años.

Saludos,

Ramón