El precio pagado por una supuesta llamada de Dios fue la renuncia a un verdadero amor humano.

El precio pagado por adoptar una  familia ajena  fue el alejarse de los propios padres, hermanos, abuelos,  tíos,  primos, etc.

El precio pagado por intimar con personas impuestas por otros, fue el ver la propia conciencia manipulada y dirigida por gente sin rostro.

El precio pagado por tener lo imprescindible, fue dar todo lo material que llegaba a nuestras manos, y  tener que consultar lo necesario.

El precio pagado para tener paz interior y exterior, fue obedecer al director/a  de turno.

El precio pagado por la pureza fue una conciencia que rayaba en el escrúpulo.

El precio pagado por una amistad humana fue que diera muestras de vocación para la Obra.

El precio pagado para tener una vocación profesional  fue que se ganara un buen sueldo.

El precio pagado para tener “algo” de descanso fue ir a todos los cursos anuales y convivencias organizadas por el Opus.

El precio pagado por el gusto en las comidas es que se adaptara al paladar de la administradora y al presupuesto del centro.

El precio pagado por la avidez intelectual  es que figurara en el “Indice” de Escrivá de Balaguer.

El precio pagado por la fertilidad humana fueron los quistes (en las mujeres) y la tristeza de unos brazos vacíos.

 Hasta aquí el engaño.

Ahora es Dios el que lleva la contabilidad, por eso se está saldando la deuda :  un amor verdadero, el  fruto de este amor, un hogar, amigos, reencuentro  con la propia familia, salud, alegría, belleza, nueva juventud, encuentro con la cultura universal, descanso, y desarrollo de lo singular.

En fin, TODO.

 Soles