Más miserias del Opus Dei.- Carmen Charo
Fecha Wednesday, 12 May 2010
Tema 010. Testimonios


Enrique Pérez Amez, quien firmaba aquí como Benchema murió el 27 de enero pasado, pero el Opus Dei y la jerarquía de la Iglesia Católica le otorgaron un inmenso poder, porque aun siguen apaleándolo. El, fiel a su estilo, seguro que a estas alturas se ríe a mandíbula batiente de tanta miseria, pero mientras yo siga aquí le haré de vocero.

 

Lo más grave y hasta intolerable que tengo que hacer público es que van difundiendo entre los muchos curas agregados de León y Asturias (muchos de ellos pitaron con Enrique) que él al final de su vida se arrepintió de su mala vida (esto lo digo yo) y pidió la confesión y la unción de enfermos. Tengo que decir que esto es literalmente mentira, porque Enrique sabía de Quien se fiaba, y no necesitó solicitar rituales hechiceros a última hora,- que así usan en el Opus Dei tantas veces de los sacramentos y sacramentales-. Por tanto, aquí lo aclaro para que lo lean los muchísimos sacerdotes de todo tipo que leen está bendita web (Agustina nunca te podremos pagar como te mereces!). Enrique seguro se fue a ver el Rostro de Dios con la cabeza alta, con la confianza y la humildad de un hijo que ha sido limitado y miserable tantas veces, pero que ha rectificado otras tantas. ¡¡Y sin miedo alguno!! De eso sí estoy absolutamente segura.

 

La segunda lindeza que quiero decir bien alto es que a Enrique le mangaron, ¡¡así!! mangaron, no robaron, porque no eran delincuentes sino pobres y miserables personas, (para los sufridos lectores hispanoamericanos, la palabra mangar es una connotación muy vulgar de robar. Le añade un buen plus de miseria). Pues le mangaron miserablemente todos sus efectos personales, a excepción de la ropa. Creo que esto ya lo dije aquí en una ocasión anterior, pero ahora le añado detalles. Es gravísimo quitar a una persona su ordenador y limpiarlo literalmente sin consentimiento de nadie, y esto lo hicieron los directores de la residencia El Lauredal de Gijón. Ellos y el dueño de la tal residencia se han quedado con todo lo que Enrique tenía de cierto valor, en concepto de pago por la deuda contraída por Enrique. Entre las cosas que se han llevado está la butaca que generosamente la gente de Vuelalibre regaló a Enrique tres meses antes de su muerte, para que pudiera tener la pierna herida en alto. ¡Toma miseria!

 

Es cierto que Enrique no pudo nunca pagar dicha residencia y la responsabilidad de esto la tiene el obispo de Astorga, que  nunca quiso pagarle la pensión que se había ganado trabajando toda su vida. Y posteriormente tienen responsabilidad “Los Mensajeros de la Paz”, que le ayudaron a pagar la anterior residencia, pero desde que llegó a esa casa de forma muy estrepitosa y tras una persecución feroz por la publicación de su primer libro “Reflexiones a las orejas del burro Felisario”, miraron para otro lado, se hicieron los tontos en una sano ejercicio de “caridad cristiana” y se quedaron tan anchos. En Haití, esta ONG deben estar haciendo una gran labor humanitaria, no lo dudo, pero cuando se trabaja por motivos cristianos no se puede perder de vista que Jesús murió por cada uno de nosotros de forma individual. Por tanto, despreciar o dañar a uno solo de sus hijos conscientemente no tiene justificación alguna. Así que como Enrique ya no es capaz de defenderse, lo hago yo. Y si alguien tiene algo que reprocharme que lo haga aquí públicamente y dando la cara, como yo.

 

Para terminar una buena noticia, y es que un amigo de Enrique, que conocía cómo se las gastan los opus y la iglesia, tuvo la inteligencia de hacer copia de toda la información de su ordenador mientras estaba en coma en el hospital (¡cuando se supone que pidió confesar! No puedo sino reírme a carcajadas). Así que ha podido salvar el segundo libro de Enrique, que verá la luz en breve, y como ya no le hace falta el dinero, espero que lo podamos lanzar a los cuatro vientos para que llegue donde no pudo llegar el primero.

 

¡¡Felicidades opusinos!! El que ríe el último  ríe mejor, y Enrique descansa feliz, ¡¡gracias a Dios!! ¡A seguir mintiendo!, que al final todo explota. Aprended de la iglesia y el tema de la pederastia, y aunque solo sea por miedo, callaos.

 

Un fuerte abrazo a todos.

Carmen Charo









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