Me uno a Aquilina en su protesta contra Daniel_M.
Tampoco me interesa entrar en la polemica concreta, y menos ahora en que el debate ha perdido hasta la intención de objetividad.
Al parecer, Daniel M. se mueve por el celo de Dios, pero sus palabras, en su fondo y en su forma, resultan contraproducentes. Si yo tuviera que optar, preferiría ponerme del lado de los agnósticos.
Heraldo