Leyendo el post de Nicanor acerca de su primer curso anual, me han entrado ganas de decirle "¡suerte tuviste de que por lo menos tuviera nivel!".

El nivel de los estudios internos en el negociado de las agregadas, Barcelona, 1978-1992, era para sentarse en el suelo y empezar a llorar. Lo primero que decía el cura al llegar a la P**** convivencia, o curso anual o como leches se llamara eso, era "no habrá exámenes", entonces se escuchaba la brisa de un suspiro de alivio y a todo el gallinero contento, diciendo "qué suerte", "qué bien", excepto servidora, que maldecía en todos los idiomas. Después te encontrabas con que no importaba qué asignaturas hubieras dado el año anterior, podías haber dado Moral IV y aquel año dabas Moral II, cuál era el problema.

NUNCA en todos esos años conseguí hacer Historia de la Iglesia completa, nunca jamás. Y en el curso de estudios, que hacías durante dos veranos, creo recordar, tenías exámenes y como si no los tuvieras. Ahí no había ni orden ni concierto ni sentido común, dabas Teología III y después Teología II, o empezabas la Historia de la Iglesia por el Concilio de Trento, como si antes no hubiera habido nada... Y el nivel era ínfimo. Cuando me quejaba de ello me decían que es que había mucha gente a la que había que hablarle a ese nivel, pero que podía profundizar por mi parte, si quería.

Las que sí parecían tomárselo más en serio eran las agd que cursaban Teología, como la de los sacerdotes o eso decían, y que por lo visto sí tenían exámenes y al final, si insistían mucho, mucho, mucho, recibían incluso el título oficial. Pero había que insistir MUUUUUUUUUCHO y aun así, no estoy segura de que nadie lo consiguiera. Les decían "ofrece a Dios el no tenerlo". Tócate los huevos con el razonamiento. Ya sé que me repito, pero cuánta razón tiene "Martín Fierro", "las cosas que aquí se ven // ni los diablos las pensaron". 

Mediterráneo