Está de moda darle a la Iglesia Católica, como en un pim pam pum (¿justa expiación por sus culpas?) por los casos de pederastia y abusos sexuales. Opinemos lo que opinemos sobre el caso, para algunos entre los que me encuentro son casos reales que no deberían haberse producido, pero que reflejan estadísticamente lo mismo o en  menor grado lo que se produce o producía en la sociedad, siendo frecuentes dichos abusos en otros ámbitos, escolares no religiosos, institucionales, familiares etc. Ello no quita gravedad a las faltas. Pues donde no deberían haberse producido nunca es en el seno de la  Iglesia. Otros opinan que el daño se produce como causa efecto por los propios preceptos de la Iglesia como el celibato… En fin la polémica está ahí, y se ha puesto de moda...

            Fruto de esta moda o de esta polémica, surge la tentación de “cazar” por este tema también a la opus. Hace tiempo que no escribo en este pagina, pero sigo siendo un enfermizo lector de la misma. Y me parece mentira volver a aparecer ahora para defender la cosa. Pero  lo justo es lo justo, y yo por lo menos debo dar testimonio de lo vivido. Con esto no quiero dejar de poner de manifiesto la manipulación y manoseo de las almas y conciencias de  niños y adolescentes, no se si  éticamente tiene la misma gravedad. En el terreno sexual en la cosa se vivía una prevención exquisita,  y explícitamente estaban establecidos unos protocolos muy estrictos. No digo que no se haya producido en algún caso aislado, pero en  la opus se  establecían  las debidas prevenciones para que esto no se produjera.

            Yo estuve muchos años en la obra. Cuando salí del centro de estudios fui enviado a un club juvenil. Pues bien, durante las semanas anteriores a que empezara el curso se nos dio a lo que nos incorporábamos al club, unas instrucciones y formación muy precisa con el tema del trato con los chicos. Teníamos que evitar excesivas muestras de afecto, sobre todo  lo que supusiera contacto personal, físico. Incluso se nos previno sobre algunas prácticas que en un principio se habían dado de peleas de mentiras o revoltijos de los chavales, incluso sobre celebraciones deportivas, un gol etc. A veces la casuística era tan minuciosa que incluso me llegó a escandalizar (y os aseguro que no soy excesivamente mojigato).  Tal es así que llegué a comentar en la charla que me parecía excesiva tanta preocupación, y se me llego a explicar que a determinadas edades el niño puede no tener clara sus inclinaciones sexuales, y que podíamos causar, aún sin querer, alguna confusión o daño en su formación. De verdad es un tema que en su día me sorprendió.

            Por otro lado la estructura propia de las costumbres de la cosa, la poca autonomía que se da a sus miembros en sus actividades, la permanente delación a través de la corrección fraterna, determina que prácticas de abusos sexuales, establecidas como  algo habitual se me antoje imposible. No digo que no pueda haber existido algún hecho aislado que alguien haya vivido o sufrido,  pero este no era el problema básico de la opus. Lo que si puedo decir es que yo no vi ni viví ningún episodio de este estilo. También es cierto que no dudo que si algo de esto se hubiere producido, se habría atajado de inmediato, si bien la preocupación principal de los directores en todo caso no habría sido la reparación del daño si no el buen nombre de “la madre guapa la obra”.

            En definitiva, lo que intento decir es que en la opus hay suficientes y graves motivos de conciencia para cuestionar sus prácticas. Que los testimonios aquí dados son muy consistentes y que apuntarse a la moda de los abusos sexuales, sin una constatación efectiva puede dar en descrédito o situar al mismo nivel de “veracidad” los testimonios bien contrastados. Con todo no estoy pidiendo que se levante un “éstupido” velo, si no que lo que se afirme se haya constatado o vivido de primera mano, y no dar crédito a  rumores poco consistentes.