Apostolado de Amistad y Confidencia.- Fueraborda
Fecha Monday, 19 April 2010
Tema 070. Costumbres y Praxis


EL VOCABLO APOSTOLADO UTILIZADO POR ESCRIVÁ PARA ENCUBRIR Y BENDECIR FALAZMENTE LO QUE NO TIENE JUSTIFICACION


(Para subiros al carro, podéis leer la introducción y el capítulo I)

 

 

CAPITULO II:

APOSTOLADO DE AMISTAD Y CONFIDENCIA

En el Opus Dei se denomina Apostolado de amistad y confidencia al apostolado personal que hacen sus miembros con amigos, familiares, compañeros...

Es tan importante este apostolado, que llega al extremo de tener la obligación de dar cuenta semanal en la confidencia (dirección espiritual con el director que corresponda) de cómo se han cumplido los planes apostólicos.

En los informes de vida interior que los directores locales envían a sus superiores, uno de los temas es: forma de realizar el apostolado de amistad y confidencia...



Y como punto de partida para efectuar este apostolado, está establecido que se tengan entre 10-15 amigos para tratarles apostólicamente. Se supone que de entre ellos habrá siempre de tres a cinco que se consideran pitables (seleccionados para plantearles sin mayor discernimiento la vocación Divina). Esta lista de 15 amigos (¡qué pesadilla, la lista de amigos!) que todo miembro de la Prelatura debe tener, es trabajada y manoseada por los directores, que imponen las metas a conseguir para cada uno.

Así que quede claro a todos -especialmente a los eclesiásticos que me estarán leyendo-: en la prelatura se violan y manipulan las conciencias no sólo de sus miembros, sino de todo el que atraen hacia sí, haciéndoles llegar a través de la amistad los planes orquestados que, en las llamadas reuniones apostólicas, los directores han diseñado previamente.

De manera que, cuando un miembro del Opus Dei queda con un amiguete para estudiar, tomar café o dar un paseo por el campo..., en realidad está quedando para cumplir el mandato imperativo de Cristo -según ellos-, que no es más que el torticero deber de hincarle el diente y marcarle, siguiendo las instrucciones recibidas. Y ¡cuidado! padres, que esto se aplica también en los colegios de la institución: los tutores dan cuenta a su director espiritual de cómo aplican a sus pupilos el plan apostólico perpetrado para cada uno.

¡Qué amargos recuerdos tengo de cuando traicionaba sistemáticamente la confianza de personas que se acercaban inocentemente a mí con una incipiente amistad que jamás se podría consolidar, porque nació torcida!

¡Cuánta violencia me he tenido que hacer para forzar la conversación, para violar la intimidad, para torcer mi voluntad desoyendo mi inclinación natural, traicionando mi propio sentido, por intentar conducir el alma de las personas hacia unos caminos tortuosos en virtud de la santa obediencia!

Así lo hacía, y me acuso de ello. Pero es que en los trabajos de apostolado, no hay desobediencia pequeña (Camino, p.614). Y es que los planes apostólicos, también venían de Dios.

Amistad y confidencia: nunca vi mayor cinismo.

Porque en la obra, la amistad y la confidencia están prohibidas.

Abrir el corazón libremente y de forma natural, es uno de síntomas más graves de mal espíritu. A tener una conversación íntima, contar una preocupación, o soltar un desahogo, se le llamará tener una amistad particular. Y esto -bien lo saben muchos- puede acarrear gravísimos problemas.

No se pueden hacer confidencias a los amigos, ni a la familia, ni a los otros miembros. Las confidencias sólo pueden hacerse con la persona establecida por los directores, el día establecido, a la hora establecida. Y a ser posible, brevemente.

Pero todo no queda ahí:

Y es que el apostolado de amistad y confidencia ha de ser, a su vez, apostolado personal dirigido (átame esa mosca por el rabo, que diría un castizo). Y queda patente una vez más cómo en la obra es lo habitual pedir una cosa y su contraria, generando así serios problemas de ansiedad, propios de quien procura la consecución de un fin imposible, como es imposible la cuadratura del círculo.

Y también en los informes de conciencia, antes citados, ha de explicarse cómo vive el susodicho miembro esta sumisión en el apostolado, como muestra de buen espíritu.

Se puede constatar en camino: Al apostolado vas a someterte, a anonadarte, no a imponer tu criterio personal (Camino p. 936).

Y exigía el santo fundador este sometimiento -obedecer o marcharse-, pues es de mal espíritu ser apóstoles de pata libre* (así denominaba al que hacía un apostolado natural y espontáneo, sin someterse a los corsés o indicaciones preestablecidas). El que así actuaba, iba por mal camino.

Por tanto, el apostolado de amistad y confidencia tenía que estar sometido al apostolado personal dirigido, lo cual, dado el obsesivo grado de control en estos temas, y el vertiginoso ritmo con el que se nos pedía cuentas de los resultados apostólicos..., se convertía en una auténtica pesadilla, de la que más de uno que yo me sé, se libraba inventando nombres, relatando historias…, cualquier cosa ante la persecución continua a la que uno era sometido para dar cuenta detallada de multitud de datos para rellenar unos estadillos.

Y para terminar, os hago mi confidencia:

Resulta paradójico que después de tantos años de mi vida dedicándome sin tregua al apostolado de amistad y confidencia, sólo al abandonar el Opus Dei haya podido conseguir el don de la amistad, que es para mí, junto con la libertad, un verdadero descubrimiento; una novedad en mi vida que me produce una satisfacción y felicidad que nunca antes había conocido.

Y una petición a los que aun quedan dentro: que seáis apóstoles de pata libre*. ¡Veréis qué bien!

Un cariñoso saludo a todos,
Fueraborda

 

* Sé sincera, patalibre: ¿a qué viene tu Nik?

 

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