Pocas, muy pocas, cosas aprendí en esos cursos anuales. Una de ellas es la definición de Boecio de verdad: "adecuación de la mente a la realidad", pero lo que yo viví en el Opus Dei fue la adecuación de la realidad a la mente y como decía Aristoteles (otra de las pocas ideas aprendidas) que nada entra a la mente si no es por los sentidos... pues absolutamente todo lo oi, ví, olí, toqué, y comí en mis 25 años en el Opus Dei fabricaron mi concepción de lo que pensé era la realidad (el magico mundo de la ilusión). Qué buena comida la de las fiestas "A" verdad?... Mi tiempo ahí, yo no lo calificaría de engaño, de la misma forma que la escenografía de un teatro no engaña, sino ayuda a que los otros sentidos se crean lo que sucede en la obra (con mínuscula porque me refiero a la obra de teatro, queda claro?).

MI OPINIÓN ES QUE EL OPUS ES COMO EL LICOR, DEL BUENO POCO Y EL EXCESO PERJUDICA LA SALUD.  Yo estaba francamente bien, muy bien dentro. Pero una persona de 75 años con un cancer terminal, que fue con quien pité, durmió en el centro donde yo vivía por una visita medica. En unos pocos minutos en la sala de estar, mientras leía el periódico le dije que era una de las personas que más había admirado e imitado en mi vida en el Opus Dei y que sabía de su enfermedad y le encomendaba.  Me contestó lacónicamente (era ya casí tiempo de la tertulia y a la mañana siguiente regresaba a su ciudad)... Me miró con gran cariño y me dijo: "Salte ya. Ahora que puedes o resignate a no ver cambios y hasta aquí llegaste, y si aqui lo dije, aqui me desdigo. Sé que me queda poco tiempo y no me quiero llevarme la responsabilidad de haberte metido en esto".  Inmediatamente, le contesté: Si estoy aqui, después de tantos años, puedes estar seguro que no es por ti, lo hice y hago por Dios .. Y me replicó: "entonces olvídate lo que te dije..." Pero me bastó eso, para despertar de mi largo hipnotismo.